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La imagen de Sevilla

Si no fuera porque nos puede la dormivela, la noticia del puesto que ocupa Sevilla en la segunda división del turismo nos habría hecho saltar de la hamaca.

el 15 sep 2009 / 05:28 h.

Si no fuera porque nos puede la dormivela, la noticia del puesto que ocupa Sevilla en la segunda división del turismo nos habría hecho saltar de la hamaca. Porque Sevilla no es Praga, aunque en Praga se estrenara Don Juan, ni Marraqués que exhibe una copia de la Giralda, ni siquiera Nueva York que tuvo hasta hace poco otra en Madisson Square. Sevilla es el escenario de tantas óperas (como ahora Nueva York de películas) porque era una imagen en el mundo, la misma para el rico embajador de la Serenísima y para el pedigüeño del cuento de Carpentier. No había una ciudad cosmopolita a principios del XX sin un lujoso hotel con su nombre y hasta Zemlinsky la recuerda en las obras que se representan en el Maestranza.

¿Qué nos ha pasado? Que hasta los pasados años 30 Sevilla tuvo un buen guión y una magnífica conjunción de directores y actores. Aquella imagen la crearon mentes lúcidas, innovadoras, que diseñaron -con arreglo a los cánones de la época- desde la Palmera a las túnicas de la Carretería, desde la Estación de Córdoba al Cine Llorens. Se esforzaron en responder a lo que demandaba su tiempo, no a calcar la copia previamente copiada. "Un comportamiento se captura en imágenes", decía hace poco Syd Field, el guionista más famoso del mundo. Y eso es: mientras el mundo va ya por El caso Bourne Sevilla ha vuelto a La venganza de Don Mendo. ¡Cállate, verdulera!

Antonio Zoido es escritor e historiador

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