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"La imagen es un buen antidepresivo para una sociedad que vive en crisis"

Pedro González, director de arte de moda en la Agencia Doble Erre, ayuda a sacudir el polvo a la Sevilla más clásica

el 16 sep 2011 / 19:38 h.

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Pedro González, director artístico de la Agencia y Escuela de Modelos Doble Erre de Sevilla, en las instalaciones del centro.

Pedro González (Cádiz, 1963) tiene la virtud de disparar varios titulares por minuto. También es capaz de convertir la entrevista en un diálogo a cuatro bandas con público espontáneo y su visión del universo de la moda es tan personal y firme como la acritud o entusiasmo que puede despertar en quienes le siguen. Desde el año 1994 trabaja en la agencia de moda Doble Erre. Y junto con Raquel Revuelta, este "médico de la imagen" lleva bastante tiempo embarcado en el intento de hacer de Sevilla una ciudad más moderna y atrevida en el campo de la elegancia. No es fácil.

-Acaba de publicar el libro Manual del Estilista (Almuzara). Con lo amplia que es la terminología de la moda, ¿podría acotarnos el término?

-Estilista es un profesional dedicado a la imagen. Pero en este trabajo, aparte de que el término se ha desvirtuado mucho, también hay bastante arribismo. Por eso he escrito el libro, para aclarar conceptos. Llevo 20 años en esta profesión y mi intención ha sido poner en las librerías un texto de divulgación al alcance de todos pero con una gran base técnica.

-A pie de calle, ¿no da la sensación de que los estilistas están ahí para una sección muy reducida y enriquecida de la sociedad?
-Estamos en el mercado, como cualquier otro servicio. El cliente puede ‘comprarnos' o no. Hoy, por fortuna, las grandes marcan han democratizado las tendencias de la moda. Y recurrir a nosotros no está necesariamente ligado con el poder adquisitivo. 


-¿Cuál sería la revelación más sorprendente de su libro?

-Que la del estilista es una profesión en toda regla, seria y sujeta al devenir de la moda. Es una profesión que no se presta a lo trivial. Para dedicarse a esto hay que ser una persona muy versada.


-Usted es licenciado en Historia del Arte. ¿Se superó ya el debate de si Armani tiene o no que estar en el Museo Guggenheim?
-La moda no tiene nada que ver con el arte. El arte es imperecedero, la moda se consume y se tira. Ahora bien, los museos deben ser lugares abiertos y no estancados por lo que veo bien que la moda o la fotografía entren en sus salas, son reflejo de la sociedad.


-Hablar en Sevilla de moda, modernidad, nuevas tendencias... ¿no puede llegar a ser frustrante?
-Sevilla es una ciudad clasista, tradicional y manida. En muchos eventos de moda de la ciudad huele a naftalina. Por otra parte, España nunca ha entrado en los grandes circuitos de la moda. Para mí trabajar aquí ha sido un hándicap, pero a la vez ha supuesto una oportunidad. ¿Podría haberme marchado? Sí. Pero le diré una cosa: el rey de la selva, el león, cuando tiene comida en un territorio no se va, se queda. Y en Sevilla la Agencia Doble Erre ha sido para mí el gran maestro que me ha enseñado todo lo que sé de moda.

-Estilismo, moda, pasarelas... ¿son sinónimo de papel couché y pasto de periodismo rosa?

-Se ha trivializado mucho la profesión. Hemos pasado de la era de las top models a la época de las estrellas. Vivimos una enorme crisis de valores, se le da un excesivo valor a cosas que no lo tienen. Sin embargo sí quiero puntualizar que la moda, la imagen, es un buen antidepresivo para una sociedad en crisis. Y la realidad de ahí fuera es como para suicidarse.

-¿Qué valor real confiere la imagen a una persona?
-Nos da mensajes a los demás. Por ejemplo, bajo mi punto de vista un traje y una corbata acostumbra a esconder mucho miedo y cobardía. El 90% de la sociedad está alienada porque la gente no se viste para sí misma sino para los demás. Eso es un grave error. Por desgracia, lo diferente sigue suscitando acritud, recelo y miedo. No obstante es una frivolidad catalogar a los demás por la imagen porque ésta nos da siempre una idea sesgada de la persona que se esconde detrás.


-Hablamos entonces de libertad...
-Efectivamente. Cuando voy por la calle y veo una mujer gorda con un vestido de lycra enseñando sus carnes me parece algo maravilloso, un canto a la libertad. Le pondré otro ejemplo, este verano yo no me he quitado el pantalón corto. A mí el gerente de mi empresa me pide que me lo quite y me voy a CCOO a denunciarlo. Siempre defenderé que tenemos que ponernos lo que nos apetezca y llevarlo con seguridad.


-En el pasado, la izquierda y la derecha política tenían un estilo muy definido. ¿Cómo ve su evolución o su deriva en este punto?
-Unos y otros siempre han tenido muy claro cuál era su credo estilístico. Ahora está todo más desdibujado pero de vez en cuando se les ve el plumero. A mí me parece respetable defender una línea conservadora de la imagen, mucho más que salir vestido de determinada manera como si fuera un disfraz. Cuando veo a Rajoy sin corbata, sencillamente no me lo creo. En cambio, pongamos por caso, al secretario general de UGT, Cándido Méndez, sólo le falta detrás María Ostiz con su guitarra cantando Un pueblo es.

-¿Lo de criticar la incultura de muchas misses es un argumento de peso o un manido tópico para sacar las vergüenzas?

-La miss es una mujer que utiliza su belleza para labrarse un camino profesional. Y la belleza es un arma maravillosa, un arma muy poderosa, como dije antes, un magnífico antidepresivo. La gente guapa debería de estar subvencionada. Es un don tan preciado como la inteligencia que otorga la naturaleza para que todos los demás podamos disfrutar de ella, para hacernos felices. ¿Qué más quiere entonces?, ¿encima de tener ese arma hay que obligarles a que sepan quién es Thomas Edison? No me parece justo.


-Hace tres años causó cierta polémica al defender públicamente la delgadez como un requisito básico de las modelos...
-Todos los profesionales tienen sus deberes y sus derechos. Los mensajes que da la publicidad se producen porque hay una demanda de ellos, no porque unos cuantos publicistas y estilistas nos reunamos y decidamos.


-Entiendo entonces que se reafirma en su punto de vista.
-No todo el mundo puede dedicarse a esto, por eso escribí hace tres años el libro Escuela de Modelos. Quien no esté en talla que se dedique a otra cosa. Hay mucho oportunismo y simplismo con este tema. Y, por cierto, también se ofende a la mujer delgada a la que en no pocas ocasiones se la acompleja. ¿Acaso alguien con Parkinson puede ser cirujano? En el mundo de la moda no queremos a gente enferma porque eso nos causa problemas, pero sí a modelos delgadas.

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