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La importancia del entorno

Los dólmenes existentes entre Castilleja de Guzmán y Valencina contarán por fin con la protección que le es debida por su extraordinaria importancia patrimonial: la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha anunciado la publicación en el BOJA de la incoación del expediente de su declaración conjunta como Bien de Interés Cultural.

el 15 sep 2009 / 11:47 h.

Los dólmenes existentes entre Castilleja de Guzmán y Valencina contarán por fin con la protección que le es debida por su extraordinaria importancia patrimonial: la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha anunciado la publicación en el BOJA de la incoación del expediente de su declaración conjunta como Bien de Interés Cultural. Una Zona Arqueológica amparada por la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía que integra testimonios prehistóricos que deben ser puestos en valor mediante medidas de protección incompatibles con un desarrollo urbanístico insostenible, como ha sido habitual en la mayor parte del Aljarafe sevillano. El caso de los jardines de Forestier, también en Castilleja de Guzmán, debe ser recordado a la hora de afianzar la importancia que el entorno y el paisaje tienen para comprender el carácter de los BIC, así como la prevalencia de estos valores en las previsiones urbanísticas.

Han transcurrido más de veinte años desde que una concepción más avanzada y rica quedó incorporada a la legislación española del Patrimonio; por ejemplo mediante la introducción y regulación del concepto de entorno, al que atiende la vigente Ley andaluza, y al que el historiador del arte José Castillo Ruiz dedicó un magnífico libro en 1997. La escala y la apreciación del patrimonio se ha expandido, y se han establecido alianzas definitivas con el planeamiento urbanístico. La firmeza con la que deben ser cuidados no sólo los monumentos, sino los conjuntos, jardines, sitios, lugares y zonas de interés patrimonial cultural y natural, con sus correspondientes entornos, tiene en Andalucía casos de singular repercusión. No caben medias tintas en el caso del hotel El Algarrobico, crucial para el parque natural del Cabo de Gata; ni para las construcciones ilegales en el territorio de Madinat al-Zahara. Con asuntos así nos jugamos el ser o no ser de nuestra identidad y la credibilidad de nuestras instituciones.

Ni las personas ni las cosas estamos solas. Somos en cuanto que estamos y vivimos permanentemente en circunstancias, contextos y ambientes, donde se suceden los hechos; y sin embargo tendemos con frecuencia a observarlos aisladamente, además haciendo prevalecer un brutal economicismo. Debemos ser capaces de tener una visión amplia de las cosas, apreciando las circunstancias de un espacio y un tiempo más dilatado y acorde con lo que hemos de preservar, incluida nuestra propia dignidad ciudadana.

A propósito. El terrible suceso del avión de Spainair en Madrid tiene una componente inquietante. Se ha comentado hasta la saciedad las circunstancias en las que el aparato se encontraba y por qué pudo accidentarse. Pero creo que se ha reflexionado poco sobre el hecho de que el incendio que produjo el fallecimiento de la mayoría de las víctimas podría haber estado favorecido por la topografía de los terrenos colindantes a la pista de rodadura de la que el avión se salió. Esos entornos de la ingeniería aeroportuaria, ¿no deberían estar diseñados de otra manera?

Catedrático de Arquitectura de la Hispalense vpe@us.es

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