Economía

La industria de Alcalá se desangra

El éxodo de fábricas que desde hace años sufre Sevilla se ensaña con su área más industrial: los polígonos alcalareños. Además de Puleva, Roca o Flex, han sucumbido otras de menor tamaño como Metasola o Chacón

el 19 ene 2014 / 23:39 h.

Performance de extrabajadores del Roca “Vas por el polígono Cabeza Hermosa o Piedra Hincada y sólo ves carteles de Se alquila, es una pena”. Lo que en las últimas décadas ha sido el orgullo de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra, los polígonos que llegaron a conformar el mayor núcleo industrial de Andalucía, se está convirtiendo en un quebradero de cabeza. Las deserciones de fábricas señeras como Roca o Puleva, y el continuo goteo de otras más pequeñas, está dejando desierta una zona que presumía de alcanzar el mayor consumo eléctrico de la provincia debido a su industria pesada. Si llegó a colar varias factorías en el ranking de las 500 más importantes del país, hoy sólo puede presumir de tener a dos de las mil primeras, y ambas en crisis: Siderúrgica Sevillana, que alerta de que la reforma energética del Gobierno le está asestando un golpe mortal; y una de las plantas de procesamiento de pollos del Grupo Sada cuya matriz, Nutreco, ha proclamado su intención de venderla en cuanto pueda. El caso de Puleva, que en cuatro décadas de vida llegó a tener 200 empleados y que acaba de anunciar su cierre, tiene en vilo a 70 trabajadores. Lactalis, que adquirió la planta en 2010, asegura que los recolocará a todos en Granada, Lugo o Lérida. Pero la plantilla, la mayoría con más de 50 años, ya sabe que en Granada “no hay puestos de trabajo suficientes”, según la responsable de Agroalimentario de CCOO-Sevilla, Mónica Vega. Temen trasladarse a la otra punta del país sin garantías de no sufrir en poco tiempo bajadas de sueldo o un despido que convierta en una ruina los gastos de llevarse a sus familias. Los trabajadores, que han convocado su primera concentración el sábado, se verán hoy con los partidos políticos sevillanos en el centro empresarial del polígono Alcalá X. El alcalde alcalareño, Antonio Gutiérrez Limones, ha pedido que Puleva devuelva las ayudas que recibió en los últimos años, cuando los trabajadores también se congelaron el sueldo y asumieron despidos para contribuir a la viabilidad de la planta, que ahora se clausura porque resulta más rentable concentrar la producción en Granada. Sobre la dificultad de recolocarse podrían darles clase sus compañeros de Roca, otra emblemática factoría con 44 años de actividad que se apagó en 2013 destruyendo 228 empleos –llegó a tener 800–. El cierre vino tras varios expedientes de regulación en los que los trabajadores se comieron, en vano, parte del paro al que podrían haberse aferrado al ser despedidos. Sólo 12 operarios fueron recolocados en Burgos, “todos jóvenes, sin hijos y viviendo de alquiler, los únicos a los que les compensaba trasladarse y asumir un recorte del 15% o el 20%”, explica Juan Miguel Cuevas, que era presidente del comité de empresa. “Sólo nos garantizaban un año de estabilidad... ¿cómo sacaba yo a mi hija de la universidad y a mi hijo de bachillerato para quedarme en la calle al año?”. Del resto, apenas tres o cuatro trabajan ahora a través de empresas de trabajo temporal con sueldos “de 800 euros con todo incluido, hasta el despido”. Roca ni siquiera los ha llamado para desmantelar la fábrica, “a la que de vez en cuando vienen a llevarse maquinaria para la India o Marruecos... una vergüenza”. El alcalde amagó con expropiar los terrenos, pero “eso es privado, no había forma”, lamenta Cuevas, que tiene claro dónde está el problema: “La reforma laboral del Gobierno lo ha puesto muy fácil para despedir y cerrar empresas”. Lo mismo debe pensar Siderúrgica Sevillana, con casi medio siglo de vida y la más rentable de las empresas de Alcalá, que ha tildado de “dramática” la situación tras la reforma que fulmina las compensaciones que recibía a cambio de ser desconectada de la red eléctrica en los momentos de mayor demanda (y que se suma al aumento del coste de la luz). Este acuerdo, que evita que el suministro eléctrico se colapse por su uso masivo, le reportaba 8 millones al año, que ahora se reducirán a medio millón. La Unión de Empresas Unesid, tras analizar el nuevo sistema, aseguró ayer que encarecerá un 30% la energía y convertirá a empresas con ganancias en “inviables”. Con este cambio, la factura eléctrica “se ha comido todos los ahorros de la reforma laboral”, según Unesid. Son muchos los gigantes caídos: Santa Bárbara Sistemas, que construye los tanques para el Ejército, sufrió a finales de 2013 un durísimo ajuste de un tercio de su plantilla, con 74 despidos. La histórica Metasola, dedicada a la fabricación de mobiliario, se declaró hace un año en concurso de acreedores y a estas alturas sus 50 trabajadores han extinguido ya sus contratos a la vista del pésimo panorama. Chacón, dedicada a la carpintería metálica y con 30 empleados, también cerró. Sólo dos años antes, en 2011, lo había hecho Flex dejando en la calle a 68 empleados. Y aún se recuerdan los ecos de una de las primeras, Gillete, que despidió a casi 250 en 1994. Cierto es que en el resto de Sevilla también han caído en los últimos años Astilleros, Arance, Donuts, Saimaza, Danone y a finales de mes cerrará Cargill, pero “Alcalá es una de las comarcas más industriales junto a Dos Hermanas, por eso lo nota más”, explica Manuel Ponce, secretario del Metal, Construcciones y Afines de UGT Sevilla. “Es el resultado de las políticas de un Gobierno que en vez de proteger, desprotege: permite primero la precarización y luego los despidos, y la gente se queda sin trabajo después de gastar el paro”. La única alternativa, señala Ponce, es “una reindustrialización”. Para intentarlo se propició una Mesa por la Industria, sin éxito: “No había interés en cambiar nada; el PP no quiere. Por eso el Gobierno, en vez de parar esta debacle, lo deja”, zanja el responsable sindical.

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