Leyenda viva de la edad de oro del pop español, Nacho García Vega, líder y fundador de Nacha Pop, regresa esta noche a Sevilla para actuar junto a Danza invisible y OBK en el Estado Olímpico de La Cartuja (21.30 horas).
Las canciones de los 80, ¿mantienen vigente su mensaje? Sí, sin duda.Son canciones que han aguantado muy bien el paso del tiempo, y a la gente que conquistó en su día la puede trasportar con dos notas a aquellos años... Eso sí, queremos dejar claro que traemos un repertorio muy actual, con arreglos de nuestro tiempo. No es un revival más, se trata de vivir las canciones ahora.
Y la chica de ayer, ¿sigue siendo hoy la misma de entonces, o a los conciertos de Nacha Pop acuden también sus hijas...? ¡Ah, la chica de ayer! Se ha convertido en una especie de símbolo. Antonio [Vega] hablaba de ella con mucha ambigüedad, jugaba a decir que no era ninguna persona concreta, y en una ocasión llegó a asegurar que los cabellos dorados eran los míos [risas]. Yo creo que la chica de ayer es cada persona que disfruta con esa canción, sea de la raza, del color de pelo y del sexo que sea. En ese sentido, no tiene edad. Fue una letra muy particular en un momento en que no era normal que escribiéramos letras bucólicas, con tanta poesía...
A propósito de Antonio Vega, ¿cómo es el hueco que dejó su desaparición? Como imaginaréis, es imposible de llenar. Antonio significaba muchísimas cosas. Ahora tratamos de que la gente lo sienta todavía con nosotros, hacemos canciones suyas que en la última gira habíamos descartado porque tenían demasiada energía, y hasta conseguimos que en alguna canción esté presente su guitarra, gracias a la tecnología. Es como si estuviese con nosotros, no se ha ido.
Ustedes que han conocido los años dorados de la industria, ¿cómo ven el panorama actual? Hay que sentirse acorde con los tiempos, la tecnología obliga a replantear las infraestructuras, los canales de distribución, todo. No puedes luchar contra eso. Si a esta circunstancia le sumas el menosprecio de las autoridades hacia la propiedad intelectual, empezamos a creer que estamos desaparecidos. La industria también ha pecado en algún momento de avariciosa, no ha dado buenos pasos, y todo ha contribuido a una situación de enorme indefinición. Se veía venir, pero el resultado es que estamos perdiendo muchos valores que van con este oficio. Al menos, algo sí permenece: seguimos haciendo canciones, la música sigue ahí y nos da alas, sigue siendo ese elemento potente que causa sentimientos.
Comparten cartel con Danza Invisible y OBK. ¿Son amigos desde antiguo? Con Danza tenemos una relación buenísima, y aunque hace tiempo que no nos vemos me apetece mucho reencontrarme con ellos. A OBKno los conozco, pero tengo también muchas ganas: estos festivales son enriquecedores para todos, para el público y para nosotros. Se suman espectadores de muchos tipos diferentes, hay una gran riqueza humana y, como músico, siempre me atrae escuchar a otra gente.
¿Es cierto que van a volver pronto al estudio? En 2007, cuando nos volvimos a juntar, tenía bastante material grabado. Antonio lo escuchó, y seleccionamos cinco o seis temas que podían formar parte del próximo disco de Nacha Pop. Su muerte me afectó personal y artísticamente, de modo que lo dejé de lado para meterme en carretera. Ahora soy feliz viajando, llevamos catorce conciertos y aún quedan unos cuantos. El material nuevo saldrá a la luz, no sé de qué manera ni cuando, pero sigo componiendo.
¿Las cosquillas se mantienen, en el estudio y sobre las tablas, como el primer día? Es un poco distinto, pero hay un factor común, que es la música. cuando te metes en esto, te concentras, disfrutas, defiendes tu concepto artístico, y todo eso hace que se parezca a lo que viviste antes. Ahora se preproduce más en casa, la grabación cambia mucho, pero el directo es igual: se trata de compartir con la gente que te quiere.
