El hueco que deja un gran intérprete flamenco es siempre difícil de cubrir, pero cuando es un genio quien se marcha, lo que queda vacante es un trono. Y el de Paco de Lucía, tal vez el único flamenco al que se podía identificar solo con su nombre de pila, hoy por hoy, no parece que pueda ser ocupado en mucho, mucho tiempo. El guitarrista algecireño falleció ayer de un infarto, a la edad de 66 años, después de jugar al fútbol con su hijo en la playa deCancún, ciudad mexicana donde solía descansar de sus largas giras.
Al parecer, el músico se sintió repentinamente indispuesto y le informó de su malestar a su actual esposa, Gabriela Carrasco. Según informó EFE, el informe del fiscal de Quintana Roo, Gaspar Armando García Torres, aseguraba que Paco de Lucía llegó al hospital de Playa del Carmen por su propio pie. «Se trató de una muerte natural. Hasta donde nos informaron llegó con vida y falleció en urgencias», agregaba la nota.
A través de un comunicado, la familia del artista aseveró que «no hay consuelo» ni para los que le conocían, ni para los que le querían sin conocerlo, y que «el dolor ya tiene fecha» para este clan artístico. «Anoche se nos fue el padre, el hermano, el tío, el amigo y se nos fue el genio Paco de Lucía», dicen sus allegados, que han querido compartir «un abrazo y una lágrima» con el mundo, bajo su «convicción de que Paco vivió como quiso y murió jugando con sus hijos al lado del mar».
En su escueta nota, los familiares que «la vida nos lo prestó unos maravillosos años en los que llenó este mundo de belleza y ahora se lo lleva. Gracias por tanto... y buen viaje amado nuestro», concluyen.
Con Paco de Lucía desaparece el gran renovador de la guitarra flamenca de todos los tiempos, un músico que supo ensanchar la tradición y proyectar el arte jondo hasta límites insospechados. Por todo ello obtuvo, además de la unánime admiración de los amantes de la música en todo el globo, numerosos reconocimientos, desde el Grammy al Mejor álbum flamenco 2004 al Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco, la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes 1992, el Premio Pastora Pavón La Niña de los Peines 2002 o el honorífico de los Premios de la Música 2002, entre muchos otros. Fue también Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz y por el prestigioso Berklee College of Music, distinción concedida en mayo de 2010.
Iniciado en la guitarra a los siete años, adoptó su nombre artístico por su madre portuguesa, Luzía Gomes. Con 12 años formó el dúo Los Chiquitos de Algeciras con su hermano Pepe al cante, triunfando en 1961 en un concurso de Jerez y con el que grabó su primer disco.
Contratado por el bailarín José Greco en 1960 como tercer guitarrista de la Compañía del Ballet Clásico Español, hizo su primera gira por Estados Unidos. Conoció a los guitarristas Sabicas y Mario Escudero, que le animaron a componer su propia música.
Se integró con 17 años en un grupo financiado por los representantes alemanes Horst Lippmann y Fritz Rau para su espectáculo Festival Flamenco Gitano, con el que recorrió Europa y en el que figuraban Camarón, El Lebrijano, El Farruco y Juan Moya. Acompañado con frecuencia al cante por sus hermanos Ramón de Algeciras y Pepe de Lucía, editó sus primeros discos en solitario a mediados de los 60: La Fabulosa Guitarra de Paco de Lucía (1967) y Fantasía Flamenca (1969).
Su consagración le llegó en los setenta, con memorables actuaciones en el Palau de Barcelona 1970 y Teatro Real y Teatro Monumental de Madrid 1975, y su primera grabación en vivo Paco en vivo desde el Teatro Real, primer LP de Oro. Fue en Madrid donde surgió la mítica pareja El Camarón-Paco de Lucía, que se tradujo en más de diez discos de estudio, como El Duende Flamenco (1972) y Fuente y Caudal (1973).
Fundó en 1981 su sexteto, con Ramón de Algeciras (segunda guitarra), Pepe de Lucía (cante y palmas), Jorge Pardo (saxo y flauta), Rubén Dantas (percusión) y Carles Benavent (bajo), lo que le permitió crear el concepto actual de grupo flamenco. Colaboró en el disco Potro de Rabia y Miel de su gran amigo Camarón, y la muerte de éste, en 1992, le llevó a cancelar sus actuaciones por todo el mundo durante casi un año. Entre sus discos destacan Fantasía flamenca, Recital de guitarra, El duende flamenco de Paco de Lucía, Almoraima, Solo quiero caminar, Paco de Lucía en Moscú, Zyryab, Siroco o Luzía. 
Las expresiones de dolor por la desaparición del genio se sucedieron sin pausa a lo largo de todo el día de ayer, tanto por parte de sus compañeros del mundo del arte como de otros sectores de la vida pública. Así, el príncipe Felipe de Borbón se mostró emocionado al declarar que «tenía mucho afecto por él», y definió su fallecimiento como «una pérdida muy grave».
En un telegrama de pésame, el presidente Rajoy lamentó la pérdida de este «artista inigualable, referencia internacional de la mejor guitarra española» y «un maestro flamenco de alcance universal con innumerables admiradores en España y en toda América», subrayó. «La guitarra de Paco de Lucía conmovía con sus acordes, transmitía pasión, sentimiento y emoción».
El director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, recordó emocionado a Paco de Lucía, a quien conoció en Salamanca en los años ochenta, donde pudo comprobar que detrás de su «maravillosa técnica había un concepto de la música como expresión de la palabra», dijo. «De una palabra que se expande en la música, en el desgarro y el silencio».
Desde su Algeciras natal hasta Bogotá, pasando por Nueva York, La Habana o México DF, la inesperada noticia supuso una conmoción en el mundo de la música, dondePaco de Lucía era considerado un referente fundamental y un maestro para varias generaciones de artistas.
Luto flamenco. Pero fue lógicamente en el ámbito de lo jondo donde desde la mañana de ayer se extendió el luto de un modo inconsolable. «Paco era la guitarra. No hay más que decir», aseguró un consternado Juan Peña, Lebrijano, quien grabó con el guitarrista cuatro discos en sus inicios en la década de los setenta. «Por desgracia, se nos ha ido, pero su obra perdurará para siempre», dijo, y recordó que «ha sido un hombre que ha tocado todos los palos y ha tocado con todos los grandes músicos del mundo».
Otro cantaor muy amigo del algecireño, José Mercé, quiso recordarlo como «el más grande de la historia del flamenco», pero también como «una persona humilde y sencilla» que, junto a Camarón de la Isla, se erigió em «el padre del flamenco». «Son quienes han revolucionado todo esto. Ellos empezaron a decir que el flamenco no es algo de cachondeo, sino algo sobrio y con seriedad. Que el flamenco sea Patrimonio de la Humanidad se lo debemos a Paco. No tendremos a uno igual en los próximos 200 años».
La bailaora sevillana Matilde Coral dijo que hay artistas «muy buenos» como Manolo Sanlúcar, si bien Paco «era diferente. Todo el mundo, toda la nueva generación se fijaba en su toque, todos querían hacer lo de Paco y si no lo querían hacer, lo admiraban hasta la perfección en todas las cosas», afirmó.
Otra bailaora, la gaditana Sara Baras, definió a Paco como «la persona que más defendió la grandeza del flamenco, un genio que ha abierto nuestra cultura al mundo entero y que representaba las mejores virtudes de este arte, todo lo mejor del flamenco». En declaraciones a Europa Press, Sara Baras explicó que llora la desaparición «no solo por su arte, que era grandioso, sino porque su persona era igual de grande».
Uno de los más fieles colaboradores de Paco de Lucía en las últimas décadas, el saxofonista Jorge Pardo, aseveró que «no hay tinta para escribir» lo que Paco de Lucía ha supuesto para la música. Un personaje que «ha trascendido todas las fronteras culturales, musicales e idiomáticas», señaló, destacando en él la «constante búsqueda de sí mismo en el arte». Asimismo, la viuda de Camarón, Dolores Montoya, Chispa, viuda del cantaor Camarón de la Isla, expresó también su tristeza por la muerte de quien, con su marido, «cambió el flamenco», comentó. «Camarón y Paco se entendían con solo mirarse, se alucinaban uno al otro escuchándose». Por último, el cantaor Diego El Cigala se declaró «destrozado» por la muerte del guitarrista Paco de Lucía, cuyo fallecimiento «deja mudo al flamenco».
