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La inmigración enriquece

Los extranjeros fortalecen la economía y la demografía del país de acogida.

el 16 oct 2010 / 18:43 h.

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Una joven polaca trabajando en un centro de belleza en la provincia de Sevilla.

"Los inmigrantes son las personas mejor formadas de sus países de origen". José Antonio Sánchez Medina, profesor de Psicología de la Comunicación de la Universidad Pablo de Olavide, asegura que la fuerza de trabajo que llega del extranjero, "joven y bien formada", mejora la economía de los países de acogida. El aumento demográfico y la riqueza cultural son también factores que convierten a los movimientos migratorios en enriquecedores.

De este modo, el profesor Sánchez Medina, resume los efectos positivos de la inmigración desde tres puntos de vista. Por una parte, la economía del país se ve favorecida porque los inmigrantes generan una gran cantidad de Producto Interior Bruto (PIB). Otro aspecto importante es el rejuvenecimiento demográfico del que disfrutan los estados con grandes índices de inmigración. El caso español es significativo en este sentido. España, explica Sánchez, "sigue siendo uno de los países con el ratio de natalidad más bajo, lo que provoca un envejecimiento del país". La tasa de natalidad de las mujeres españolas se sitúa en 1,2 hijos por mujer, mientras que en las mujeres extranjeras el ratio supera los 2,3 hijos por mujer.

Además, el contacto con otras culturas y otras formas de ver el mundo provoca dinamismo, y "las sociedades dinámicas son las más exitosas", agrega este profesor. En este sentido, Esther Souto, catedrática de Derecho de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), añade que "es enriquecedor aprender los unos de los otros".

Y es que la historia humana ha estado y está marcada por los viajes. "Desde los primeros homínidos identificados en el este africano hasta nuestros días de la globalización, los humanos han surcado mares y tierras, y se han asentado en zonas propicias para labrarse una vida digna, muchas veces lejos de sus tierras de origen", explica Alban d'Entremont, profesor de Geografía de la Población de la Universidad de Navarra. En la actualidad, la inmigración es, además, uno de los fenómenos mundiales más importantes.La División de Población de las Naciones Unidas calcula que alrededor de 175 millones de personas viven en un lugar distinto de su país de origen. Uno de cada 35 seres humanos es, según la ONU, un inmigrante internacional.

Aunque esta organización sostiene que la migración es global y que los emigrantes se desplazan de cualquier lugar del mundo a prácticamente cualquier lado, existen pueblos más migrantes que otros, así como países acogedores de grandes masas de gente.

Según los estudios demográficos de las Naciones Unidas, los mayores países de origen de los emigrantes de las últimas décadas han sido Filipinas y Bangladesh. En cuanto a los países receptores, "hasta fechas recientes, Estados Unidos, Canadá, Iberoamérica y Australia, por ejemplo, eran destinos muy cotizados" comenta d'Entremont. No obstante, los países de la UE han aumentado en las últimas décadas su papel de acogida de migrantes. Según Sánchez Medina, "Europa se ha convertido en una gran receptora".

Dentro de este cambio europeo este experto en migraciones, subraya el caso español. A él se une el profesor d'Entremont, que añade que "en poco más de 15 años, España ha pasado de tener poco más de medio millón de inmigrantes, a albergar unos cinco millones". Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), España cuenta en la actualidad con 5,7 millones de extranjeros, lo que constituye un 12% de la población total. Son los rumanos, marroquíes y ecuatorianos los más abundantes dentro del país.

Este cambio vertiginoso en apenas dos décadas ha convertido a la inmigración en uno de los ejes de la sociedad española. Por ello, los españoles resaltaron este fenómeno como la cuarta preocupación para los ciudadanos, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado esta semana.

Asimismo, el profesor d'Entremont destaca dificultades en los últimos tiempos provocado, sobre todo, por la actual coyuntura económica. "La crisis ha provocado un índice de desempleo muy fuerte entre la población inmigrante", asegura. Mientras que en lo demográfico, "los inmigrantes se han ido acoplando a las pautas de aquí en cuanto a la fecundidad, que se va resintiendo de nuevo".

Conflictos culturales. Los posibles choques culturales y los conflictos que puedan desarrollarse entre diferentes culturas, desconocidas entre sí, crean desconfianza y pueden llegar a convertirse en un factor de riesgo. Según Souto, "es complicado para nosotros que estamos educados de una manera determinada, con unos criterios y parámetros morales, comprender aspectos de otras culturas".

Además, esta experta asegura que en algunas ocasiones, los inmigrantes trasladan prácticas que violan los derechos fundamentales, "sobre todo, los relacionados con la mujer, como las mutilaciones rituales o los matrimonios forzosos". Una posible solución sería, para Souto, educar a las mujeres, que son las transmisoras de la cultura de origen, ya que son ellas las que educan a los niños. "Lo interesante sería educar a las propias mujeres en los Derechos Humanos, para que ellas puedan educar a sus hijas en derecho y libertad", explica.

Para el profesor Alban d'Entremont sería necesario, además, que "los autóctonos rechacen de pleno el racismo y la xenofobia, y que los inmigrantes tiendan a la integración, y no a la asimilación o, lo que es peor aún, a la mera inserción".

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