-¿Qué te gustaría ser de mayor: científico, arquitecto, químico...?, le pregunta el maestro a su alumno prodigio en un momento del film Vitus.
-¿Por qué no taxista o banquero?, responde el niño.
-Porque tienes un don natural que tus compañeros no tienen, y puedes elegir lo que quieras.
-Entonces me gustaría ser otra persona. Alguien normal...
El concepto de alumno superdotado es eliminatorio. La Consejería de Educación acaba de poner en marcha un programa para alumnos con un talento natural, y espera que el plan absorba al 20% de niños sin sobredotación pero con una motivación que les hace destacar de la media. Sin embargo, también existe el camino inverso, que es el que refleja el diálogo de la película: niños superdotados que sufren por ser diferentes, porque su capacidad intelectual evoluciona más rápido que su desarrollo afectivo. El 20% de esos jóvenes, que las escuelas permiten saltar de curso y estudiar por delante del nivel que les correspondería, no logra adaptarse al desequilibrio emocional de estar rodeado de alumnos mayores, con experiencias vitales distintas y motivaciones diferentes. La consejería ha tenido que frenar el programa en estos casos y devolverles a un nivel inferior.
También desde el punto de vista del maestro, la idea del superdotado es eliminatoria. Decidir que uno lo es supone decidir que muchos otros no lo son. Y eso es demasiada responsabilidad para muchos profesores que, en las últimas dos semanas, han tenido que decidir quién es potencialmente superdotado y quién no, a partir de un cuestionario con 25 ítems. La primera fase del programa de atención a alumnos con altas capacidades intelectuales arranca con un escáner a las aulas del primer año de Primaria y de Secundaria (200.000 estudiantes). El profesor debe responder a un cuestionario sobre alumnos a los que no conoce, con los que apenas lleva un mes de curso.
El grupo de expertos de la consejería que ha diseñado los cuestionarios admite que no siempre los maestros están preparados para reconocer y orientar a los superdotados. En más de una ocasión, estos chicos se traspapelan en los archivos de alumnos difíciles, disruptivos, con problemas de comportamiento. "Un profesor es capaz de describir el comportamiento de un niño: se aburre en clase e interrumpe a los demás, pero quizá no sepa explicar las causas de ese comportamiento", dice José Rayo, responsable del equipo de altas capacidades de la Delegación de Educación de Jaén.
Quizá el niño tenga problemas en casa, quizá asimilara la lección a la primera y se cansase de escuchar al profesor repetirla una y otra vez para que sus compañeros se enteren. "Su hijo no pierde la oportunidad de cuestionar al profesor en cuanto puede delante de la clase", le dice la directora del colegio a la madre del niño prodigio, cuando ésta acude para saber por qué le han castigado.
Según estudios recientes sobre sobredotación intelectual, el 98% de los alumnos con altas capacidades no son detectados y, en consecuencia, fracasan en los estudios por falta de motivación. Con la puesta en marcha del programa para superdotados, Educación prevé localizar a 17.800 alumnos con un nivel superior a la media en todos los ámbitos intelectuales, y a otros 89.000 (un 10%) con algún talento singular o múltiple, es decir, que no destaquen en todo, pero sí en alguna materia particular. Ahora hay 1.700 alumnos identificados como superdotados en la escuela andaluza.
La última fase del programa, una vez que han sido detectados y diagnosticado su nivel de sobredotación, consiste en conducirles hacia una educación personalizada, distinta al resto, que en ocasiones supone acelerar su ritmo de aprendizaje permitiéndole saltar de curso en las asignaturas que más domine. Pero la Junta no quiere desgajar completamente la educación para superdotados de la del resto de alumnos, porque entiende que muchos de los estudiantes normales, aun sin tener habilidades naturales, demuestran tal nivel de interés que pueden ser integrados en el programa.
"Hay un 20% de estudiantes que, sin ser superdotados, tienen tal inclinación a aprender y a divertirse estudiando que pueden avanzar al mismo ritmo que los superdotados o incluso adelantarles", dice Rayo. En esta premisa se sostiene el plan Profundiza, que desarrolla una educación más personalizada para los alumnos, no más listos, pero sí más entusiastas.
Claro que al dar por buena esta idea, algunos de los mitos de la sobredotación se rompen y es más fácil entender que el talento ejercitado resulta más rentable a la larga que el talento natural. En el film Gattaca, una sociedad ultramoderna concibe la selección genética para mejorar la raza humana. Los científicos seleccionan el cruce perfecto entre los genes del padre y de la madre y el resultado es un niño con lo mejor de cada progenitor. Pero más adelante, el chico genéticamente perfecto se ve derrotado por su hermano, un chaval enfermizo que nació de forma natural, pero se pasó la vida entrenando.
"Hoy puedes ser superdotado y mañana dejar de serlo, y al revés", comenta Rayo. El orientador recuerda la teoría de Gagné, que diferencia entre sobredotación intelectual y talento. Hay habilidades innatas al niño y hay destrezas que con el aprendizaje, el ejercicio y el entrenamiento se convierten en rasgos superdotados. Dando esto por cierto, la consejería entiende que las capacidades intelectuales del niño son modificables, y por eso el programa se centra en el talento potencial, que incluye a los que nacieron con ello y a los que se esforzaron en serlo.
Los factores del éxito de un niño con talento dependen de muchos y diversos factores. Los expertos creen que en torno al 40% son rasgos cognitivos, la inteligencia natural del joven, pero también pesa la personalidad del chico, el contexto familiar en el que se cría, el ambiente sociocultural en el que crece, incluso, entredientes, admiten que la suerte puede ser determinante. Los maestros tienen la compleja labor de unir todos estos puntos dispersos y descubrir el rostro de los superdotados invisibles.