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La intolerancia importada

La asociación gay Colegas alerta del aumento de ataques a homosexuales cuyos autores son inmigrantes

el 16 may 2011 / 20:50 h.

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Un beso entre personas del mismo sexo, en Marbella, choca especialmente a personas de países donde está prohibido. / efe

Hace 21 años que la Organización Mundial de Salud sacó la homosexualidad del catálogo de enfermedades mentales. Hace seis que en España las parejas del mismo sexo se pueden casar y adoptar niños. Pero en 76 países ser gay o lesbiana es un delito castigado con cárcel, y en cinco de ellos con la pena de muerte. Si en España los avances legales van por delante de los sociales, cuando esa sociedad se transforma en multicultural los inmigrantes la enriquecen con sus valores pero también traen consigo unos prejuicios que chocan con un cambio social en el que los autóctonos aún andan inmersos. Ante el Día Mundial contra la Homofobia, que se celebra hoy, el presidente de la Federación de Gays y Lesbianas Colegas, Jhonatan Girón, alerta de que "las últimas agresiones, insultos o altercados en la calle han sido de inmigrantes, sobre todo magrebíes y rumanos".

Proceden de países donde un beso entre dos hombres o mujeres no choca más o menos sino que directamente está prohibido, "donde existe homofobia, machismo, todo lo que España ha ido superando". Ver cosas a las que "no están acostumbrados" puede traer "problemas de convivencia", de ahí que Colegas abogue y trabaje por educar en la diversidad sexual atendiendo a la procedencia del alumnado.

Colegas hizo el año pasado un estudio en Sevilla sobre la opinión ciudadana ante la homosexualidad, con tres grupos muestrales: 756 encuestas a universitarios, 278 entre ciudadanos en general y 120 entre inmigrantes. Siete de cada diez extranjeros encuestados desconocía las leyes existentes en España que equiparan los derechos de los homosexuales y si más del 80% de los universitarios y resto de ciudadanos aplauden el matrimonio homosexual, entre los inmigrantes la valoración positiva baja al 42%. La adopción, que genera más dudas en todos, es valorada positivamente por el 70% de los ciudadanos y el 64% de los universitarios y solo por el 34% de los inmigrantes. La mitad de este colectivo no votaría a un candidato gay, alquilaría un piso a una pareja del mismo sexo ni llevaría a sus hijos a un colegio con profesores homosexuales, cuestiones que solo provocan rechazo en menos del 20% del resto de encuestados.

Una quinta parte de los inmigrantes reconoce sentirse incómoda ante la presencia de gays o lesbianas, pero lo cierto es que la mayoría reconoce no tener ningún amigo, familiar o compañero gay (56%), lesbiana (62%), bisexual (71%) o transexual (79%). Nueve de cada diez universitarios o ciudadanos conoce a un hombre gay y siete de cada diez a una mujer lesbiana. Para más de la mitad de los extranjeros sería un problema tener un hijo homosexual, frente al 13% de los ciudadanos y el 15% de los universitarios. El 56% cree que si su hijo lo fuera, debería ocultarlo frente a un 42% que no. En el resto, nueve de cada diez opinan que no debería esconderlo.

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