No está teniendo el Sevilla demasiada suerte a la hora de negociar los fichajes este verano. El caso más sonado fue el de Iván Piris, que después de tenerlo todo hecho con el Sevilla decidió dejar plantada a la entidad nervionense. Aunque no parece que vaya a seguir los mismos derroteros, el fichaje de Alberto Botía se está moviendo por unos terrenos farragosos que están retrasando la confirmación oficial.
La operación que debe desembocar con la llegada del central murciano al club nervionense tiene cuatro actores fundamentales. Por un lado, el Sporting de Gijón le ha vendido los derechos federativos del futbolista al fondo de inversión Doyen Group, que a su vez ha cedido al Sevilla a Botía. Pero ahí es donde entra el cuarto elemento, que es el Fútbol Club Barcelona, club en el que se formó el murciano.
Cuando el zaguero fue traspasado en el verano de 2010 por cuatro temporadas al club asturiano después de convencer en su primera campaña como cedido, la entidad blaugrana se reservó un 30% de una futura venta a otro club y una opción de recompra que expiraba en 2013. Pues bien, en esta tesitura, el Barça entiende que debería haber sido informado por el Sporting de la venta del futbolista y por tanto debe recibir un 30% de la operación, y así se lo ha hecho saber a las otras partes mediante un burofax.
Cabe la interpretación de que el futbolista no ha sido vendido a otro club, sino a un fondo de inversión, aunque lo cierto es que la intromisión del Barcelona ha retrasado una operación que, pese a todo, no parece que corra peligro de no cerrarse.
El principal perjudicado por este asunto es el Sporting, que ha vendido por 2,5 millones al futbolista al fondo de inversión, aunque al reclamar el Barça su porcentaje esa cifra se vería reducida en 750.000 euros. En principio, este asunto no debería afectar en nada al Sevilla, que ya tiene pactada la cesión con Doyen Group y fijado el montante de una opción de compra que podría ejercer al término de la temporada que está a punto de comenzar.
Una operación ventajosa. Mientras tanto, el futbolista debería haberse presentado ayer al entrenamiento matinal del equipo gijonés tras disfrutar de unas breves vacaciones después de su participación en los Juegos Olímpicos, aunque nadie del Sporting esperaba que así fuera. Y es que, de hecho, se encuentra en Sevilla desde el miércoles esperando a que se reactive la operación y se pueda hacer oficial por fin la incorporación del defensa central que tanto necesita Míchel.
Desde el club asturiano no confirman ni desmienten absolutamente nada, una circunstancia que tiene algo soliviantada a la hinchada rojiblanca, que ve como sus mejores jugadores se marchan tras el descenso. Sin embargo, la operación es ventajosa para todas las partes: el Sporting ingresa una buena suma que le ayuda en su delicada situación económica, el Barça coge un buen pellizco, el Sevilla deja prácticamente perfilada su plantilla sin desembolsar ni un solo euro por un traspaso y el futbolista, de 23 años, se evita el jugar en Segunda División y da un salto cualitativo en su carrera al firmar por un club con mayores aspiraciones.