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Economía

‘La Isla Mínima’ o el aliado agrario

Las imágenes a vista de dron de arrozales y aves de Doñana y de pueblos y economía agraria avalan las tesis de los agricultores: dragado no salvo con correcciones. COAG se suma al planteamiento del resto de las organizaciones del campo: protección de márgenes y modernización del regadío del arroz para decir sí o no.

el 07 nov 2014 / 13:00 h.

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Una película de gran éxito en taquilla, La Isla Mínima, ha logrado con imágenes grabadas con un dron lo que tantísimos años llevan las asociaciones agrarias tratando a duras penas de explicar: que los arrozales de las marismas sevillanas son, además de una fuente de riqueza para la comarca, un vergel y una despensa –sobre todo de arroz y cangrejos– para alimentar a las aves de Doñana. Se trata de una combinación de agricultura y medio ambiente que no siempre –hay que decirlo– se llevaron bien por el uso –y abuso– de abonos y pesticidas químicos, tensiones que hoy en día casi están superadas dado que la inmensa mayoría de las siembras se han decantado por el sistema de producción integrada, con estricta vigilancia sobre el empleo de fitosanitarios. Una bandada de cigüeñas en un arrozal y con una cooperativa arrocera al fondo, en una de las localizaciones de la película ‘La Isla Mínima’. / JOSÉ LUIS MONTERO Una bandada de cigüeñas en un arrozal y con una cooperativa arrocera al fondo, en una de las localizaciones de la película ‘La Isla Mínima’. / JOSÉ LUIS MONTERO La película, con sus bandadas de flamencos y cigüeñas y pueblos enteros dependiendo económica y laboralmente del arroz, ha sido un inesperado aliado para las organizaciones del campo sevillano, los científicos y los alcaldes de la zona, al tiempo que se ha cruzado –y atragantado– en la defensa del proyecto del dragado concebido por el Puerto de Sevilla y apoyado por gran parte de las industrias y empresas turísticas de la provincia, salvo aquellas vinculadas lógicamente al arroz y al turismo ambiental de Doñana. En efecto, reconocen en las organizaciones agrarias que La Isla Mínima ha venido como agua de mayo al coincidir con la «campaña orquestada» por la Autoridad Portuaria para recabar como sea el apoyo necesario que haga posible licitar ese dragado antes de finales de este mismo año, y así no correr riesgos de perder financiación comunitaria –indispensable para acometer la obra–. Pero tanto en Asaja como en UPA y COAG, así como en la Federación de Arroceros, no saben ya cómo tratar de transmitir y de aclarar que ellos no se oponen radicalmente a este proyecto y a la prosperidad, pues, del resto de las actividades económicas, incluidas las industriales –entrada de buques de mayor calado que los actuales, reduciéndose así los costes del transporte fluvial– y las turísticas –por el acceso de grandes cruceros–. Tal oposición se se enarbola –y se alegará ante los tribunales si hace falta, incluso con denuncias ante Bruselas para bloquear la llegada de fondos– siempre y cuando no se protejan las márgenes del río, de manera que el agua salina del mayor oleaje no las erosione y se adentre en los campos, y se ejecuten las obras que lleven el agua directamente de los pantanos al arrozal, puesto que regar con un caudal con más sal –al hacerse más profundo el Guadalquivir aumenta la entrada del mar por Sanlúcar de Barrameda–. Unas obras que, por cierto, estaban ya diseñadas pero la crisis económica hizo que se guardaran en el cajón. Por un dragado sostenible y respetuoso con los usos del estuario. El título dado a un manifiesto rubricado por la federación de regantes Feragua, la patronal agraria Asaja-Sevilla y el alcalde de Isla Mayor no podía ser más claro. Sí al dragado, pero con los proyectos de las márgenes y del regadío licitados a la vez. Y no a posteriori de las propias obras que profundicen el río. Simplemente: no se fían. Y es que llueve sobre mojado. El arrozal es despensa para las aves de Doñana: el propio arroz y los cangrejos. / JOSÉ LUIS MONTERO El arrozal es despensa para las aves de Doñana: el propio arroz y los cangrejos. / JOSÉ LUIS MONTERO «Si van en paralelo los tres proyectos, estaremos en condiciones de aceptar el dragado del río», comentan también desde la UPA y los regantes de la asociación Areda, también combativos. Y ayer se pronunció la COAG de Miguel López, junto con los alcaldes de Lebrija, Las Cabezas y El Cuervo y directivos de las cooperativas agrarias Las Marismas, Pinzón, Las Palmeras, Maribáñez y Agroquivir y representantes de las comunidades de regantes BXII de Lebrija y Las Marismas de Los Palacios. No entran en la discusión de si el dragado es bueno o es malo, pero sí advierten de las consecuencias de que el mar entre aún más en el río: la ruina agraria, un mayor desempleo en los pueblos. Y a todo esto, la Autoridad Portuaria, con matices –niega una salinidad abrumadora–, dice que sí, aunque a renglón seguido matiza que, aunque los tres proyectos caminen hacia adelante, el del dragado puede ir por delante. No contaba, eso sí, con el aliado agrario de La Isla Mínima: además de su repercusión en las salas de cine, comienza a ser un tirón para el turismo en las marismas. ASÍ LO VEN Miguel López (COAG). «Para garantizar el sistema productivo tenemos que garantizar la calidad del agua, y eso no es posible si traemos el mar a Sevilla. No valoramos si el dragado es bueno o malo, pero sí hay que tenerlo en cuenta que traer el mar a Sevilla va a provocar un aumento de la salinidad en el río y en los acuíferos, y hay que poner en marcha medidas correctoras para que esto no sea un problema para el sistema productivo. No podemos olvidar que este río es la columna vertebral de Andalucía. Esto significa pueblos vivos, empleo, agroindustria, gestión territorial, fijación de población». Ricardo Serra (Asaja). «El Gobierno se olvida de los regantes. Cualquier obra implica respetar los derechos preexistentes, es decir, realizar medidas correctoras para no damnificar a los usuarios afectados. Si el dragado se pone en marcha tenemos que oponernos frontalmente, pues no existen estas medidas. Es inviable la licitación y ejecución de la obra antes de final de año. Pido a las administraciones que se tomen el tiempo que se tengan que tomar y actúen con responsabilidad, favoreciendo conjuntamente el futuro y los intereses de todas las partes implicadas: el Puerto, los regantes y agricultores y todos los pueblos con una actividad económica ligada al río. Agustín Rodríguez (UPA). «Llevamos muchos años hablando de esto y no ha habido, hasta la fecha, ni un euro para financiar un proyecto básico para este cultivo, ni tampoco para proyectos que teóricamente irían a paliar los efectos de un posible dragado, como el plan de protección de márgenes. Esto nos lleva a la conclusión de que no hay voluntad ninguna de sacar adelante ambos proyectos que, una vez realizados, podrían compatibilizar la actividad del Puerto y del sector arrocero».

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