La izquierda resiste

El PP se queda lejos de la mayoría absoluta y se afianza la posibilidad de un pacto entre PSOE e IU.

el 25 mar 2012 / 23:32 h.

-->-->--> La marea azul del PP ha encontrado en Andalucía un muro infranqueable. Como señalaron los socialistas en un vídeo premonitorio difundido en la campaña, los andaluces son como aquellos galos que se resisten a entregar su aldea a los romanos. La comunidad será el punto rojo en un país donde el PP concentra un inmenso poder en comunidades y ayuntamientos desde las municipales de mayo. La gesta popular culminó en noviembre con una mayoría absolutísima de Mariano Rajoy. Andalucía, después de 30 años de socialismo, ha frenado esa carrera gloriosa. Las novenas elecciones autonómicas andaluzas han dicho no al PP, por más que ayer este partido ganara por vez primera en número de votos en la comunidad. Los populares obtuvieron tres diputados más que el PSOE (50) pero apenas lograron un punto porcentual más que los socialistas. Es imposible leer esa victoria en las urnas como un triunfo histórico. La derrota del PSOE no puede ser más dulce. El subidón electoral de IU, que ha doblado sus diputados en la Cámara andaluza hasta alcanzar 12, ha sido fundamental. El PSOE ha caído en 9 diputados, pero la mayoría de sus votantes se han refugiado en la izquierda de Diego Valderas. Él fue numéricamente el mayor triunfador de la noche. El onubense agradeció con la voz entrecortada por la emoción sus resultados. Son "excelentes", le dijo el secretario general del PSOE-A, José Antonio Griñán, en el que puede considerarse como su primer guiño para formar gobierno. Otros partidos minoritarios como UPyD se quedan fuera. La mayoría absoluta que para Javier Arenas llevaban meses pronosticando las encuestas se quedó lejos: a cinco escaños. Todo apunta a que el PP sumará a sus 30 años de oposición otros cuatro, en los que PSOE e IU pueden gobernar mediante un pacto. No se prevé que la federación de izquierdas adopte el camino de Extremadura, donde abrió paso al PP, ni rememore la pinza que acorraló a los socialistas en el Parlamento andaluz entre 1994 y 1996. Con 12 diputados es irrelevante que algunos como el sevillano Juan Manuel Sánchez Gordillo, en el ala más radical de la formación, se abstengan en la investidura de un socialista. Los populares han cosechado su triunfo más abultado en Andalucía con un candidato que se presentaba por cuarta vez y en el mejor escenario político posible. En las municipales de mayo rompieron el mito de que era un milagro que el PP ganase en Andalucía. En las generales de noviembre confirmaron que avanzaban con paso firme. Pero "la primavera del cambio", de la que habló Arenas, no será tal. La cifra más alta de paro conocida -más de un millón de andaluces sin trabajo-, el agotamiento de tres décadas sin alternancia en esta tierra y un escándalo de corrupción en los tribunales asediando a la Junta, el caso de los ERE, no han sido suficientes para que el PP arrasara. Por más que su adversario viviera sus horas políticas más bajas en Andalucía, atravesado por una guerra interna, muy ligada al adverso escenario electoral y a una sucesión en su liderazgo muy mal digerida. Como ayer ironizó un socialista: "Si Arenas no ha ganado ahora, no ganará nunca". Todo apunta a que Griñán será presidente por segunda vez y en ninguna de las dos ha ganado en las urnas. Los 50 diputados populares son insuficientes. Ya lo dijo el líder del PP andaluz en una de sus frases más retuiteadas: "Yo no quiero la gloria de la victoria, quiero la responsabilidad de gobernar". Y esa parece muy complicada que pueda disfrutarla. Fue una jornada electoral diferente. La tensión se alargó hasta el último minuto del recuento. Conforme el escrutinio avanzaba y el marcador de diputados se quedaba estancado, el resultado menos probable se abrió paso. El PP ha caído respecto a las pasadas elecciones generales en casi medio millón de votos (420.369). Y respecto a las autonómicas de 2008 ha perdido unos 200.000 votos (173.611), a pesar de haber ganado tres escaños más. Es fruto de la baja participación ayer en las urnas. Y es evidente que los 100 días de Gobierno de Rajoy se han llevado por delante la ventaja de los populares en Andalucía. Quizás tampoco fue hábil la campaña de perfil bajo que diseñó Arenas, rechazando dar la cara en el único debate electoral programado, en Canal Sur. Las severas medidas adoptadas por el Gobierno de Rajoy ante una situación de emergencia económica han alejado a los populares de la mayoría absoluta que quizás podrían haber alcanzado hace solo cuatro meses. La decisión política de Griñán de jugársela en solitario ha sido posiblemente el mayor acierto de su liderazgo desde que alcanzó la secretaría general del PSOE-A. Dijo no a concurrir de la mano en las generales rompiendo lo que ha sido norma en Andalucía en los últimos 20 años. No había elecciones por separado en esta comunidad desde 1990. En 1994 se celebraron junto a las europeas. El PSOE federal trató de convencerlo de lo contrario, pero Griñán no cedió y muy posiblemente hoy todos en su partido le den las gracias. Las elecciones en solitario es quizás uno de los motivos del alto dato de abstención en estas andaluzas. El 37,77% de los votantes se quedó en casa. Es un patrón generalizado y comprobado que las elecciones que más mueven a los ciudadanos a acudir a las urnas son las generales. No obstante, en un escenario tan al límite como en el que se han celebrado los comicios andaluces, donde todos hablaban de cambio, con una huelga general a la vuelta de la esquina y los Presupuestos Generales del Estado a punto de salir del Consejo de Ministros, es llamativo que la participación esté por los suelos. La segunda más baja de todas las autonómicas de la historia (en 1990 fue del 45,22%). Cabe pensar que un porcentaje abultado de estos ciudadanos expresan así su hastío y descreimiento de la política. Arenas no ha tenido una campaña electoral fácil. Ha esquivado muchas medidas impopulares y una situación económica que lejos de mejorar va a peor, según los datos oficiales. Si los ajustes dieran lugar a la esperanza, puede que el sacrificio al que Rajoy lleva meses invocando a los ciudadanos hubiera sido asumido masivamente por los andaluces. Pero el pesimismo y las malas noticias económicas han convivido junto a reformas de tanto calado como la del mercado de trabajo, que socialistas y sindicatos presentan como una trituradora de derechos laborales. Rajoy dijo que no iba a subir impuestos y fue una de sus primeras medidas. El Ejecutivo central abrió en plena campaña electoral andaluza la posibilidad del copago en la sanidad. Y el PP se tropezó además con una huelga general convocada para el jueves, 29 de marzo. Los sindicatos han jugado un papel muy activo en esta campaña. Han jaleado duramente contra la derecha. Con estos argumentos, los socialistas salieron del rincón del cuadrilátero político en el que el PP los ha tenido acorralados meses y armaron una campaña electoral agresiva, alertando del "retroceso" que supondría un gobierno del PP en Andalucía, del recorte de derechos sociales y servicios públicos y planteando la cita autonómica como el primer examen al flamante presidente. Visto así, queda claro que ayer en Andalucía cayó Arenas pero también resbaló Rajoy. Ambos pueden compartir el sinsabor de un victoria insuficiente. Y eso que el líder del PP ya había celebrado "sin pudor" el triunfo andaluz. Fuentes populares señalaron ayer que Arenas puso su cargo a disposición del partido y prácticamente le rogaron que desechara esa idea. Compareció públicamente desde el balcón de la calle San Fernando, en Sevilla, rodeado de sus más estrechos colaboradores, con palabras de gratitud. Ejercerá su mayoría en el Parlamento, dijo, con "humildad". Es la segunda vez que se queda a las puertas de presidir la Junta. Le ocurrió en 1996. Entonces buscó cobijo en Madrid. Ahora su futuro político está en el aire pero es muy improbable que opte en una quinta ocasión a presidir la Junta. El PP, al contrario que el PSOE, no había barajado la hipótesis de pasar la legislatura en la oposición. El liderazgo de Arenas en su partido, al menos hasta la noche de ayer, es incontestable. Y si Rajoy ha perdido su primer examen en las urnas andaluzas, Alfredo Pérez Rubalcaba ha cosechado su primera victoria moral. Tras el hundimiento del 20-N y después de ganar la secretaría general del PSOE en una reñida disputa interna, que se celebró en Sevilla y en la que no contó con el respaldo de la dirección de Griñán, Andalucía le insufla ánimos. Lo dijo la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, en una visita para poner orden en el caos interno: Andalucía es "el seguro de vida" del partido. Ayer ejerció de red de seguridad y salvó al PSOE de un mazazo muy peligroso.

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