El año pasado se presentó en este mismo festival como un proyecto, que ya se había puesto en marcha, desarrollado por Canal Sur, y ahora, unos meses después, el proyecto es ya una realidad y la película, basada en la novela de Jöstein Gaarder, participa en la Sección Oficial del certamen.
La cinta es una historia de amor, una comedia romántica, poniendo en duda la parte de comedia. Pero el argumento es sencillo y repetido mil veces: chico conoce chica, se enamoran (¿cómo no se van a enamorar si los dos son altísimos, guapísimos y con un cuerpazo?) y él va al final del mundo (concretamente a Sevilla... pero, claro, es que ellos viven en Noruega) a por ella.
La diferencia (no suele ser lo habitual, aunque tampoco es una novedad) es que esta historia se la cuenta el hombre que lo vivió a su hijo en una carta diez años después de morir, cuando el joven acaba de cumplir 16 años.
La joven de las naranjas incluye pues, a pesar de su brevedad (dura apenas hora y cuarto), tres historias (lo que cuenta la carta, la relación del joven con la carta y un viaje que hace éste a las montañas donde conoce a una chica; obsérvese el paralelismo de las diferentes tramas argumentales), saltando de una a otra.
Sencillamente es una historia de amor, excesivamente almibarada, que utiliza tópicos y clichés del norte de Europa y de Andalucía (esta parte de la historia se desarrolla en Sevilla, con un recorrido por las zonas más conocidas de la ciudad que es más un vídeo turístico que otra cosa), aunque, alguna ventaja tenía que tener, distinta a las películas propias de este género que nos llegan desde los grandes estudios americanos.
Sinceramente, no terminamos de comprender cómo una película de estas características (que tendrá su público, una vez que se estrene comercialmente, entre el sector femenino y los más jóvenes espectadores) ha podido entrar a formar parte del concurso de este festival.