La Junta de Andalucía asumirá la redacción de los Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU) de 16 municipios de la comarca malagueña de la Axarquía que actualmente carecen de planeamiento. Lo hará si sus alcaldes "no colaboran" y aprueban los textos en un plazo máximo de un año, según adelantó ayer el consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Espadas.
Sólo hay dos vías, precisó el consejero, para dar luz verde a estos planes: la del "acuerdo" o la de la asunción "subsidiaria" de las competencias para la elaboración, redacción, dirección y financiación de los documentos. Espadas, que mantuvo ayer un encuentro con alcaldes de la mancomunidad de la Axarquía, explicó que su objetivo es "dar seguridad jurídica" a los municipios con instrumentos amparados por la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía (LOUA), una norma que, garantizó, "no se va a cambiar" pese a que 31 regidores hayan anunciado manifestaciones masivas para que la norma se "adapte" a las características de su suelo, zonas dispersas, rocosas y aisladas, donde "es muy complicado ordenar el suelo", afirma José Gámez, alcalde de IU en Almáchar.
"Eso quiero que lo tengan muy claro todos, este plan no va a ser un instrumento de legalización de las viviendas en suelo no urbanizable. Primero hay que tener un plan y luego ver en qué medida ese plan puede contemplar o no algunas construcciones y encajarlas en el planeamiento", defendió el consejero. Su tono fue firme porque enfrente encontró un grupo de alcaldes -de todo signo político- que defienden que la realidad de la comarca es "diferente" y requiere "flexibilidad" con el urbanismo. Un ejemplo es el apoyo incondicional de estos regidores a su colega de Sayalonga, el socialista José Luis Navas, condenado a un año de prisión por dar licencias de obra desoyendo los informes desfavorables de los técnicos.
Actualmente, apenas siete municipios de la zona han adaptado su normativa al nuevo marco de la Junta, mientras Ecologistas en Acción intensifica su campaña contra la proliferación de chalés, en su mayoría codiciados por ingleses y alemanes. Los preservacionistas denuncian que estos "minifundios, con relieves escarpados" acogen "casas diseminadas" cerca de pueblos grandes "con vistas privilegiadas".
