El escritor de Arcos de la Frontera, Pedro Sevilla, y Fernando Iwasaki. / J.M. Paisano El poeta gaditano Pedro Sevilla (Arcos de la Frontera, 1959) presentó ayer en la FLS una nueva incursión en la narrativa. Se trata de Los relojes nublados (Renacimiento), narración de fuerte carga autobiográfica, protagonizada «por un muchacho que cree que va a realizar sus sueños a través de la política, pero que termina alcohólico y desengañado». El alcohol es, de hecho, un personaje central en la novela, y para el autor «una enfermedad muy poco conocida, que destruye seres humanos», dice. «Yo amo el vino, pero tengo la suerte de poder tomarlo sin desordenar mi vida. A muchos, en cambio, les desgobierna, y son esclavizados por la bebida como los adictos son esclavizados por la heroína», añade el autor, quien de paso propone en su novela reflexiones sobre la muerte, el amor, la fragilidad de los sentimientos y, como sucede siempre en la obra del arcense, un ejercicio de memoria. El autor de poemarios como Septiembre negro o La luz con el tiempo dentro, y de novelas como Extensión 114 y 1977, así como de un excelente volumen de memorias, La fuente y la muerte, desarrolla su nueva novela en un periodo que va de la niñez del protagonista hasta nuestros días. «Beber para un adolescente era un síntoma de hombría y una liberación, como cuando tu padre te dejaba fumar en público. Sin embargo, creo que la juventud de ahora bebe peor que la de antes», asegura. Veterano militante comunista, el poeta reconoce sentirse tan decepcionado como su personaje: «La corrupción, el saqueo, la sensación de que no te puedes fiar de nadie, me ha sumido en un gran desencanto. Pero ahí sigo», apostilla.