"¿Cuándo os mudáis?". Ésta era la pregunta del día en el mercado de la Encarnación ayer. El nerviosismo entre los placeros era claro. Los clientes habituales se interesaban por la situación de los comerciantes, ya que por la tarde recibirían, al fin, las llaves de sus puestos. Sin embargo, para muchos era un día para recordar a todos los que pasaron por el mercado y no pudieron ver el traslado definitivo, tras 37 años de espera.
Uno de los placeros más veteranos es Domingo, de 64 años, que vive con melancolía estos días. Este comerciante lleva 37 años en el mercado provisional, pero pasó 15 en la antigua plaza. Durante la mañana no para de llegar gente y, uno por uno, se van interesando por ese brócoli morado tan extraño que tiene en su puesto. "¿El verde vale igual?". Sin embargo, las frutas y verduras de su comercio son productos tradicionales, como aquel mercado tan grande, según recuerda, en el que se ubicaban cientos de comerciantes.
Cuando se cerró el mercado de la Encarnación, los comerciantes se repartieron por las plazas de Bellavista, El Tiro de Línea, Pino Montano... En el Centro se quedaron 93 placeros, pero hoy en día sólo quedan 39 de ellos. "Se le coge cariño después de tantos años", confiesa triste Domingo, al que le quedan pocos meses para jubilarse.
Otros no sienten la misma afinidad por este mercado provisional. Según Francisco, un comerciante de 64 años, han pasado auténticas "calamidades" bajo ese techo de uralita.
El frío, el calor, la humedad, todo se intensifica bajo esa techumbre. "Es una vergüenza para Sevilla", lamenta. A él también le queda poco para la jubilación, pero no pierde el entusiasmo. "Estoy malo, pero trabajo porque quiero". Su hijo heredará el negocio, aunque no le gusta tanto como el snowboard. "Él prefiere Sierra Nevada", bromea Francisco.
Tras casi 40 años, los placeros no se van con un buen sabor de boca. ¿Anécdotas? Por allí han pasado riadas e incluso incendios, ya que la infraestructura, en un principio, no estaba montada para durar mucho tiempo. Sin embargo, también han pasado famosos que le han dado el toque de glamour al antiguo mercado. "La duquesa de Alba siempre compraba aquí espárragos y el otro día vino Victorio, el de Victorio y Lucchino, y disfrutó comprando aquí", cotillea Francisco.
La espera se hace lenta y la impaciencia se siente entre los comerciantes, que se muestran con ganas de pisar el nuevo mercado. "¿Ya no os veremos más aquí?", pregunta una clienta a Juan Luis, el pollero. Pero todavía queda. El traslado definitivo será en diciembre, cuando todos se hayan adaptado a sus nuevos puestos.