Se acabaron las excusas para los escaladores, la última etapa de alta montaña del Tour de Francia, la reina de la edición, con tres puertos de categoría especial, el último de ellos, el mítico Alpe d'Huez, alberga además la meta y dictará su ley sobre la carrera.
Los 210,5 kilómetros que separan Embrun de la cima de Alpe d'Huez dejarán lista la general a la espera del último retoque que tendrá lugar en la contrarreloj del penúltimo día.
Los escaladores afrontan su última oportunidad con una etapa plena de dureza, con más de 60 kilómetros de ascenso que llegan a un pelotón que ha vivido ya 17 días de competición.
Tras la testimonial Côte de Sainte-Marguerite, de tercera, el auténtico desgaste comenzará con el ascenso al temible Galibier, sus 20,9 kilómetros y su pendiente sostenida con un 5,6% de desnivel medio.
La Croix de Fer dará el toque definitivo a las fuerzas, con un ascenso por su cara más dura, algo que no hacía el Tour de Francia desde hace muchos años, lo que obligará a los ciclistas a subir 29,2 kilómetros con una pendiente media del 5,2%.
Todo saltará por los aires en las 21 curvas de herradura el mítico Alpe d'Huez, sus 13,3 kilómetros de dura subida con un desnivel medio del 8,6% pero con rampas que superan el 11%.