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La llave de la Feria

Ayer la Feria se parecía a aquella a la que vino Díaz-Cañabate para pasársela entera bajo una lona haciendo como que estaba en el Gran Zeppelín. Ayer también podría haber imaginado que estaba en el Queen Mary porque hacía Feria de mesa de camilla y de larga tertulia sobre asuntos científicos...

el 15 sep 2009 / 02:57 h.

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Ayer la Feria se parecía a aquella a la que vino Díaz-Cañabate para pasársela entera bajo una lona haciendo como que estaba en el Gran Zeppelín. Ayer también podría haber imaginado que estaba en el Queen Mary porque hacía Feria de mesa de camilla y de larga tertulia sobre asuntos científicos, por ejemplo sobre los aminoácidos cristalizados del jamón, que son esas manchitas blancas que tienen las lonchas cuando la pata con la que anduvo el animal por esos campos es producto de bellota; un día de Feria donde hilvanar propuestas sobre cambios trascendentales en la Carrera Oficial de la Semana Santa, o para calcular si el Charco de la Pava se anegará más que este suelo de los Remedios. Quizás a Gustavo Bacarissas se le ocurriera lo del exorno del recinto con los farolillos venecianos en un día así porque el final de la calle Curro Romero era Venecia pura, cantada por sevillanas al compás de la manzanilla bajando lentamente, sin prisa y sin pausa, con los golpes de la lluvia en las lonas. Díaz-Cañabate decía que la Feria de Sevilla tenía su llave aunque no la vendieran en ninguna ferretería y nadie supiera dónde estaba hasta que, de pronto, aparecía. Ayer tarde era una de esas fechas propicias para encontrarla y con ella convertir la amable e irremediable tertulia en recuerdo imperecedero. ¡Que bien lo pasamos aquella Feria que llovía tanto y estuvimos todo el día..!

Antonio Zoido es escritor e historiador

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