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La llegada del ‘papa’ gestor

El padre Sergio María es el líder ‘más terrenal’ del colectivo religioso de El Palmar de Troya

el 30 jul 2011 / 18:55 h.

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El padre Sergio María, en una imagen de archivo.

Casi todos los expertos en la materia coinciden en apuntar que el ciclo iniciado ahora en la iglesia palmariana puede marcar el final de este colectivo religioso, rechazado desde hace lustros por la Iglesia católica. Al frente de esta nueva era está el padre Sergio María, quien ha decidido ocupar el cargo de papa con el nombre de Gregorio XVIII.


Pocos datos se conocen sobre la figura del que ahora es líder de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, junto a la Entidad Local Autónoma (ELA) de El Palmar de Troya, perteneciente a Utrera. Se sabe que es natural de Murcia, que ejerció como abogado y que fue la mano derecha y secretario de Estado de su antecesor: Manuel Alonso Corral, fallecido el pasado 15 de julio, y quien se hizo llamar Pedro II.


Si bien es cierto que el fundador de esta corriente, Clemente Domínguez Gómez (autoproclamado como papa Gregorio XVII), dejó escrito que su sucesor debía ser Manuel Alonso, parece que no se ha producido así en el siguiente relevo. En cualquier caso, el nuevo pontífice (para esta congregación, el Vaticano representa el antipapa, ocupando El Palmar este lugar) era "el sucesor natural, aunque Manuel Alonso no lo tuvo claro y estuvo un tiempo sin decidirse hasta que finalmente se decantó por él", comenta el periodista Jorge Molina, quien ha realizado numerosas investigaciones sobre el fenómeno localizado en la finca La Alcaparrosa.


En palabras de este escritor, "un día apareció en la nomenclatura de la iglesia cristiana palmariana como el número tres", siendo un hombre "mucho más joven que los demás, y con un perfil de persona con carácter y rigor". Podría decirse del padre Sergio María que era "el brazo ejecutor y organizador de lo que se les escapaba, bien por la edad o por capacidades, tanto a Clemente como a Manolo".


Del ahora llamado Gregorio XVIII no sólo recuerdan que es de una generación diferente a sus predecesores, sino "una persona sin ningún pedigrí místico, y no tiene el glamour de los pioneros, ya fallecidos, como fueron Carmelo Pacheco, Clemente Domínguez y Manuel Alonso". Además, "tampoco tiene el ascendente de ser un papa con un aura mística y teológica", comenta Molina, que recuerda los desvanecimientos y visiones que tenían sus antecesores, sobre todo en los inicios de la orden, cuando llegaron a reunir a más de 40.000 personas en las tierras utreranas en las que ahora se levanta la basílica palmariana. Eran otros tiempos.


El padre Sergio María siempre ha sido, más bien, "el gestor de la comunidad", algo que han podido atestiguar en el pasado los gestores políticos de El Palmar del Troya, ya que era con el padre Sergio María con el que realizaban todo tipo de trámites administrativos. Ya en los últimos meses no se prodigaba tanto, tal vez influenciado por el agravamiento de la enfermedad del papa Pedro II.


Su nombramiento como líder de la orden, que "abre otra época en el cisma de El Palmar", puede tener consecuencias en el seno de este colectivo. En palabras del investigador, "el padre Sergio seguro que tiene enemigos, no sé si muchos o pocos, porque su ascendencia es menor sobre la comunidad y porque su carácter es de menos mano izquierda que el de Manuel Alonso". No en vano, se comenta que, tras su proclamación, el aislamiento con el exterior puede ser aún mayor del que ya encierra desde hace tiempo los grandes muros de hormigón, de cinco metros de altura, que rodean la gran basílica en la que celebran todos los cultos. No trasciende nada de lo que acontece en su interior y, de lo poco que sale, es de dudosa credibilidad, como que el nombramiento como nuevo secretario de Estado es a un clérigo suizo.


A sus espaldas, la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz tiene cuatro décadas de historia. Desde entonces, algunas veces se ha hablado de su posible final, sobre todo desde que los ingresos económicos disminuyeron y el número de fieles decreció como consecuencia del fallecimiento de su fundador, hace ya seis años. No obstante, Jorge Molina asegura que "hace poco compraron, en un anticuario, alhajas y algunos enseres para sus pasos de Semana Santa". Esto no es óbice para pensar que, actualmente, y tras el fallecimiento del papa Pedro II, la iglesia palmariana puede estar rozando su declive definitivo.

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