Cofradías

La lluvia deja a Sevilla con la miel en los labios

Un chaparrón obligó a cinco hermandades a recogerse precipitadamente. San Roque, la Amargura y El Amor decidieron no salir. Sólo la Estrella completó su estación de penitencia

el 24 mar 2013 / 23:48 h.

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La hermandad de La Paz tuvo que buscar un lugar donde cobijarse. J.M.Paisano (Atese) La hermandad de La Paz tuvo que buscar un lugar donde cobijarse. J.M.Paisano (Atese) El cielo azul de las primeras horas y las escasas probabilidades de lluvia para la tarde lanzaron a las primeras hermandades de la jornada a la calle, quizás con la esperanza de que los chubascos dispersos pasaran de largo o apenas se hicieran notar. Sin embargo, cuando ya cinco cofradías habían iniciado su estación de penitencia y el pequeño Luis Mora-Figueroa, nazareno de la Borriquita, había pedido la venia del Amor en la Campana, comenzó a llover con fuerza y deshizo la tarde. La Cena y La Hiniesta se volvieron rápidamente sobre sus pies para regresar a sus templos. Tanto se mojaron los tres pasos de Los Terceros, que prácticamente acababan de salir, que la hermandad no pudo abrir el templo para recibir las visitas de los cofrades para que su restauradora de cabecera examinara convenientemente sus imágenes, a la que bajaron de los pasos y cambiaron la túnica. En San Julián, las puertas se abrieron de 18.30 a 20.30 horas para contentar a los sevillanos que se quedaron sin ver a sus titulares en la calle. La Borriquita, con sus 950 niños nazarenos, continuó la senda de la Carrera Oficial para, desde Sierpes y por la calle Sagasta, entrar de nuevo en El Salvador. El cortejo completo de Jesús Despojado, que esperaba su turno en la calle O’Donnell, la Virgen con el manto cubierto por un plástico, se refugió en la Anunciación a toda prisa una vez que el misterio de la hermandad del Amor completó las dos revirás de La Campana, que se hicieron eternas, sobre todo para el diputado mayor de gobierno de Jesús Despojado, aunque las sillas de la calle Martín Villa ya se habían levantado para dejarles paso. Y pese a todo, La Paz fue la que se llevó la peor parte. El Señor de la Victoria se refugió en el arquillo del Ayuntamiento, una estampa prácticamente inédita. La dolorosa se quedó bajo el Arco del Postigo hasta que escampó y aprovechó para resguardarse en la Catedral. El cuerpo de nazareno permaneció inmóvil bajo la lluvia hasta que recibieron la orden de guiar su misterio hasta la Catedral, una hora después, cuando volvió a escampar. Los dos pasos se unieron cerca de las 19 horas en la Catedral. Un capote protegió al Señor de la Victoria y a su nueva túnica bordada que el año pasado no pudo lucir, diseñada por Fernando Aguado. Ante este panorama, San Roque, que había pedido una hora de demora y manejaba previsiones de lluvia, comunicó a los hermanos que no harían su estación de penitencia a la Catedral a las 18 horas. La iglesia recibió esta decisión con un aplauso unánime. Los estrenos para este año –la restauración y el dorado de los respiraderos del paso, maniguetas y las esquinas– tendrán que esperar para el próximo Domingo de Ramos. En la capilla de la Estrella, en cambio, y a la misma hora, pedían “paciencia”a sus hermanos. Sus previsiones meteorológicas eran otras. Y así fue, a las 18.36 horas, el hermano mayor comunicó que la Valiente saldría a trianear por Sevilla. En ese momento, ya había dejado de llover. Tres vivas en el interior del templo siguieron a las palabras de Manuel Domínguez del Barco. “¡Sin prisas, que Triana ha sabido esperarlo!”, animaba Manuel Vizcaya, capataz del misterio de la Estrella, a sus costaleros. Salían a la calle con hora y media de retraso. Y sin prisas completaron todo el recorrido. A las 20.50 horas pidió la hermandad la venia en La Campana, sólo 20 minutos después del horario oficial, con la banda de los Desamparados, que antecede la cruz de guía, recreándose, y es que habitualmente esta banda no llega a este punto, ya que la cruz de guía se debería haber situado tras la banda de las Nieves de Olivares, que acompaña el palio de la Virgen de Gracia y Esperanza. Volvía a chispear. Pero la hermandad se mantuvo firme, nadie titubeó. Sin prisas la cofradía fue avanzando y cuando el paso de misterio, exornado exclusivamente por claveles rojos, llegó a la Campana avanzando sin renunciar a su coreografía perfectamente casada con las marchas que interpreta la banda de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas. Detrás, la Virgen de la Estrella en el palio de Rodríguez Ojeda, que había tenido un problema en el pollero del manto poco después de salir,  entusiasmó a la Campana con su ritmo pausado, a los sones de Estrella Sublime, interpretado magistralmente por la banda de la Oliva de Salteras, que celebra este año su primer centenario. El público recompensó con largas ovaciones el trabajo de las dos cuadrillas. Cuando la hermandad de Jesús Despojado, a las 19.30 horas, se decidía a regresar a casa –por Cuna, Salvador, Entrecárceles, calle Granada, Plaza Nueva, Zaragoza y Doña Guiomar– y La Paz retomaba su camino a las 20.30 horas –saliendo por San Miguel, avenida de la Constitución y el camino más corto hasta el Porvenir–, la Amargura anunciaba que no saldría, aguando las esperanzas de la recuperación de la jornada. El Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes no luciría la túnica persa recién restaurada. La hermandad de Molviedro, que había barajado la posibilidad de retomar la Carrera Oficial desde la Anunciación, idea que el delegado de día, Francisco Vélez, truncó, se apresuró en el regreso, aunque no dudó en recrearse cuando ya se encontraba a las puertas de su capilla. La Paz, pese a haber pasado tres horas en la Catedral, se recompuso y compacta retomó el camino hasta la parroquia de San Sebastián. No faltaron las marchas y las delicadas revirás a la dolorosa de Illanes exornada por rosas color champán, llevada por los legionarios del Porvenir que manda Antonio Santiago, pero no quisieron alargar ese regreso para mimar al cuerpo de nazareno que había resistido bajo la lluvia el chaparrón. En El Salvador, el hermano mayor del Amor, Luis Torres Palanzón, siguió los pasos de José Luis del Pueyo, su homólogo en la Amargura. La lluvia que había calado el primer paso de la cofradía, la Borriquita, al inicio de la tarde, pesó también en la decisión de no salir con el cortejo de negro por la noche. Las previsiones meteorológicas mejoraban mucho pero tocaba rezar en el interior de la colegial, con los cánticos dedicados al Cristo del Amor entre la nube de nazarenos de ruan negro. La mañana del Domingo de Ramos empezó como debía. Cielos despejados, repique de fiesta grande en la Giralda, procesiones de palmas y ramos en torno a casi todos los templos, visita a las iglesias, largas colas para los besamanos del Gran Poder y de Pasión y unas gotas dispersas que fue un anuncio poco contundente de lo que ocurriría por la tarde, una tarde para la Estrella.

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