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La lucha contra el estigma desde la integración

Si no es porque él lo dice, ¿quién diría a simple vista o incluso después de conversar con él o de acompañarlo una mañana que Daniel Prieto padece esquizofrenia paranoide? Tiene 42 años, es sevillano y desde 2003 tiene diagnosticada la dolencia. Foto: Javier Cuesta.

el 15 sep 2009 / 16:37 h.

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Si no es porque él lo dice, ¿quién diría a simple vista o incluso después de conversar con él o de acompañarlo una mañana que Daniel Prieto padece esquizofrenia paranoide? Tiene 42 años, es sevillano y desde 2003 tiene diagnosticada la dolencia, que lo retiró de la vida laboral y a cambio recibe una pensión de 328 euros. Vive en un piso en el Greco, con su madre, Francisca, de 68 años, y dos de sus tres hermanos. Lo que molesta a estos enfermos y a sus familias es la facilidad y la soltura con que se suele apelar a los tópicos que rodean a esta enfermedad, que en nada se corresponden con la desidia social a la hora de conocer de esta compleja dolencia su otra cara, la más oculta, la menos tópica, la más real.

Las estadísticas ayudan a ver más natural esta enfermedad: en Andalucía, un 20,1% de la población mayor de 15 años presenta riesgo de padecer alguna patología mental. Sin embargo, el lenguaje no facilita las cosas. Esquizofrenia, procedente del griego: algo así como inteligencia escindida. "En mi caso -relata Daniel- la esquizofrenia está ligada a los problemas que tuve de joven con el alcohol. La verdad es que bebía demasiado y poco a poco empecé a tener crisis".

Hubo episodios violentos, casi siempre con su familia. "Aunque no llegó a mayores, me ponía a gritar en casa, a mis hermanos, a mis padres, a todo el mundo, me ponía agresivo, fuera de control, aunque nunca pegué a nadie y menos a nadie de mi familia. Yo no era violento en ese sentido", recuerda.

Daniel se levanta temprano cada día. Su única medicación consiste en dos pastillas por la mañana y otras dos antes de dormir. Son fármacos fuertes, le engordan un poco y lo sumen en un cierto estado de tranquilidad que en realidad, si no eres alguien de su entorno cercano o lo conoces desde siempre, sólo lo percibes porque él te acaba de contar que las pastillas le producen esos efectos. "Me encuentro bien, soy más consciente de mi enfermedad que antes y estoy controlado. Hace años que no tengo ninguna crisis".

Y esto es mucho porque en el último episodio violento que sufrió, a raíz de la cual le diagnosticaron su esquizofrenia paranoide, tuvo que ser la policía la que lo llevara directamente de su casa al hospital mental de San Lázaro después de ser alertada por los vecinos.

Pero ya no queda sombra de aquel Daniel. Ahora, por la mañana, acude cuatro días a la semana a la unidad de rehabilitación del Virgen del Rocío en Kansas City, donde asiste a talleres de gimnasia, cestería y marquetería (también hay clases de informática, pintura, cerámica...); por la tarde, va a la sede de Asaenes (Asociación de Allegados de Enfermos Esquizofrénicos de Sevilla), donde recibe cursos de cine, talleres de psicología... "No sólo aprendes a hacer cosas, sino a tener control de ti mismo, a conocer a los demás, a relacionarte mejor, a desenvolverte con tus compañeros y te ayuda a no pensar en la enfermedad", relata Daniel.

Cada seis meses tiene que ir a su centro de salud, en Sevilla Este, donde está su psiquiatra de cabecera. "Me dice que estoy cada vez mejor, que soy un enfermo modelo, y yo me lo noto porque ahora soy consciente de mi enfermedad, antes no lo era, y para un esquizofrénico eso es lo más complicado".

Pero no sólo es uno el que tiene que comprender la enfermedad, también los demás, el entorno, la familia, los amigos, los vecinos. "En mi caso no he tenido ningún problema -asegura-. Donde vivo, me conocen de toda la vida, saben de mi problema y me ayudan, cuando nos vemos me preguntan cómo sigo, si necesito algo, y esto es algo fundamental para conseguir que la sociedad vea más natural esta enfermedad. Es algo que le puede pasar a cualquiera y hay terapias y medicación para controlar los síntomas, no hay que vernos como personas raras o peligrosas".

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