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La lucha contra el muro de la duda

De las doscientas denuncias ante la Fiscalía, sólo unas treinta siguen abiertas. Reclaman que se investigue hasta el final

el 23 nov 2013 / 22:30 h.

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Madres y familiares de la Asociación Sevilla Bebés Robados se concentraron ayer a las puertas del Maternal del Virgen del Rocío. Madres y familiares de la Asociación Sevilla Bebés Robados se concentraron ayer a las puertas del Maternal del Virgen del Rocío.

No les importa el frío de noviembre, lo que quieren es que no se enfríe la memoria y que se esclarezcan las dudas que aún sobrevuelan varias décadas después de haber tenido hijos que, según les dijeron, fallecieron al poco de nacer. Pero hay datos que no les cuadran, incongruencias y contradicciones que no están dispuestas a dejar pasar. Varias decenas de personas vinculadas a la Asociación Sevilla Bebés Robados se concentraron ayer a la entrada del Hospital Maternal del Virgen del Rocío como gesto para pedir apoyo en su lucha, que no es otra que aclarar las circunstancias y erradicar las sospechas de que les quitaron a sus hijos.

“Pedimos que se nos escuche, que no se archiven las denuncias sin estudiarlas, que hablen con los médicos y enfermeras que nos asistieron y que no nos pongan tantos problemas cuando vamos a pedir papeles”. Es la voz de su presidenta, Carmen Lorente, que lamenta que la Fiscalía archive masivamente sus denuncias. “Nos dicen que llegan a un muro y que no hay manera de pasarlo”. “A todas nos dicen que los niños tenían echada el agua de socorro (un sustituto del bautismo cuando hay una emergencia o un posible fallecimiento), sin embargo, en los libros no consta que haya sido así en la mayoría de los casos”. La asociación se reúne el jueves con el Defensor del Pueblo y espera cita con el consejero de Justicia.

De las 200 denuncias presentadas, apenas una treintena de casos continúan abiertos. Uno de ellos es el de los hermanos gemelos de Diego Tejero, nacidos en mayo de 1966 en el hospital de las Cinco Llagas. “Nacieron sanos pero a los tres días le dijeron a mi padre que no podían verlos porque habían fallecido. La monja le dijo que firmara un papel para que ellos se hicieran cargo de todo, del entierro, de los gastos... y mi padre firmó”. Reconoce que los tiempos entonces eran otros y no se leía todo lo que se ponía por delante. “Mi madre, desde que yo era chico, siempre ha dicho que se llevaron a sus niños porque estaba como drogada y hasta el tercer día no se enteró de nada”. Fue este abril cuando consiguieron el certificado del cementerio de San Fernando. “Allí no están enterrados”.

Carmen empieza a contar su historia y muchas madres y otros familiares se arremolinan y esperan turno para relatar la suya. Mucho en común, sobre todo el dolor y la pena, y también el deseo de llegar hasta la verdad, sea la que sea. En su caso, tuvo a un niño en el Virgen del Rocío en 1979. “Me dijeron que estaba muerto y lo enterramos, pero a los diez años cuando fuimos a sacarlo la caja estaba vacía. Solo había una sábana perfectamente limpia y un trozo de algodón”.

Otra Carmen, ésta Fernández, lleva colgado al cuello que busca a su hermana gemela, nacida en 1959. Su madre le dio a luz a ella en su casa, pero a su hermana la tuvo en el hospital, relata, aunque no hay prueba documental que lo acredite. Sin embargo, en el legajo de nacimiento aparece que fue Carmen la que nació en el hospital. “Hay testigos, pero no documentos. Al ser gemela, confío en que se parezca a mí, incide para apostillar, ¿Quién se iba a inventar una historia así?”.

Beatriz López dio a luz a un varón en 1977. Recuerda que, sin dejarle verlo, se la llevaron a una habitación. Al cabo de las horas, las enfermeras le pusieron al bebé en el nido, pero cuando fue a cogerlo, le dijeron que se habían equivocado y se lo llevaron. Luego le explicaron que su hijo había nacido muerto. “Se hizo el entierro, al que yo no pude ir. Cuando pasaron varias semanas fui al cementerio y los nichos en los que debía estar estaban abiertos. Me dijeron que lo habían cambiado de sitio”. Hace tres años, cuando escuchó casos de bebés robados, empezó a buscar y a pedir el historial médico. “Ponía que se había ahogado con el cordón umbilical, que llevaba tres meses muerto en el vientre y que tenía malformación. Y yo tuve dolores normales de parto, además de que la fecha de nacimiento estaba equivocada”. Tampoco sabe dónde está enterrado porque “mi niño no tiene entrada en el registro del cementerio”.

María del Carmen Perea busca a su hija, nacida el 25 de febrero de 1982. “Parí y a las nueve horas mi familia aún no lo sabía. A mí me dijeron que la niña estaba bien pero me hacían preguntas sobre la edad, me decían que era joven y podía tener más hijos, y que si era la primera”. Al día siguiente, a la una de la madrugada, avisaron a su marido y le dijeron que “la niña estaba muerta porque había tragado suciedad en el parto. Le pidieron adelantar la hora de la muerte para enterrarla como feto y él les dijo que no. Le preguntaron si quería donarla a la ciencia y también dijo que no”, explica. En 2010 fue al hospital a por el historial médico y le dieron el de sus cuatro hijos vivos, pero no el de la niña. Tras varios años, el legajo de nacimiento apuntaba a una cardiopatía congénita como causa de la muerte, que consta a las 18.45 horas. Ella no pierde la esperanza.

Rosa Álvarez salió del hospital sin un certificado de defunción tras perder a su hija –como muchas otras madres– y señala que “las personas que vieron a la niña viva no la vieron luego muerta y al revés”, por lo que le asaltan las dudas. En el juzgado y en el cementerio constan distintas causas del fallecimiento y asegura que seguirá peleando.

Irene Ronda dio a luz a su cuarto hijo, un niño de casi tres kilos en García Morato. Lo pusieron en la incubadora unos días y al octavo de nacer una monja le dijo que había muerto de un cólico. Ella no lo vio, su marido sí, y según su relato –del que se enteró mucho más tarde– era un bebé bastante más pequeño. “Tenía 23 años, me dijeron que había muerto y me lo creí”. Ahora no se fía. “La semana pasada pedí los libros. No consta como muerto y en el libro de bautismo está mi nombre con otro apellido y aparecen dos nombres, José y Charo, que no sé quiénes son”.

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