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"La luz al final del túnel alimenta falsas esperanzas sobre la muerte"

el 11 ene 2013 / 20:16 h.

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Eduardo Domínguez del Toro, neurocientífico e investigador de ECM.
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Cum Totis Mortuis fue el título de un ciclo que, hace unas semanas, la Universidad Pablo de Olavide dedicó al abordaje de la muerte desde distintas ópticas. Una de las ponencias que más interés y controversia suscitó fue la impartida por el neurocientífico y profesor del centro, Eduardo Domínguez del Toro. Experiencias cercanas a la muerte (ECM): visiones de la luz al final del túnel fue su título. Que nadie aguarde historias de fantasmas. El suyo es un acercamiento puramente científico que pondrá de malas pulgas a los amigos de lo paranormal.

–En el siglo XXI hablar de Experiencias Cercanas a la Muerte (en adelante ECM) ¿es hacerlo de ciencia o de parapsicología?

–Las ECM ocurren, en muchas ocasiones, en una mesa de operaciones, con un paciente conectado a muchos aparatos que realizan registros. La parapsicología puede, si quiere, abordar el contenido visual o emocional de esas ECM, mientras que la ciencia puede analizar esos registros, lo cual porta datos. Y los datos son reales.

–¿Es usted capaz de asegurar que ‘la luz al final del túnel’ tiene explicación científica y nada tiene que ver con lo espiritual?

–Puedo decirle que algunas hipótesis plantean que ante una situación estresante como es la de estar medio muerto, con deficiencia de oxígeno, el cerebro se protege y entra en fase de sueño profundo, el cual presenta una alta actividad en la corteza visual. Esa que está activa al soñar. La activación de dicha corteza produciría esa sensación de fogonazo al “final del túnel”.

–¿Existe dentro de su campo, el neurocientífico, alguna investigación de absoluta relevancia al respecto de las ECM?

–La estimulación del área parietotemporal (realizada por el Dr. Olaf Blanke) produjo en una paciente desdoblamientos y experiencias extracorpóreas. Como si de un interruptor se tratara, la mujer experimentaba salir y volver su cuerpo. Fármacos como la ketamina y la metoxetamina producen la misma sensación de abandonar el cuerpo. Y no podemos olvidar el efecto del LSD y de otros alucinógenos ligados al chamanismo, con los que se experimentan alucinaciones y se siente la presencia de entes espirituales.

–Hemos de entender entonces que el mítico y pionero libro del psiquiatra Raymond Moody, Vida después de la vida, está ya totalmente obsoleto...

–Sus investigaciones sirvieron para hacer de las ECM tema de estudio y para constatar que existe, como hemos dicho, un patrón común en cuanto a muchas de las características de las experiencias que los individuos afectados relataban. Afirmar a partir de ellas que existe vida después de la vida... se puede afirmar. La ciencia no puede demostrarlo ni desmentirlo. Así que creerlo o no es simplemente una cuestión de fe.

–¿Qué persigue al dedicarse a investigar esto: dar sentido a la vida o acabar con el miedo a la muerte?

–Afirmar que existe vida después de la vida, como hizo el doctor Raymond Moody, y otros después de él, mitiga el miedo a la muerte que muchos tienen. Pero con ello se están alimentando falsas esperanzas en esas personas que necesitan saber que hay algo después de la muerte. Desde una perspectiva científica los datos pueden aportar conocimiento sobre el tema y, quizás, no dar sentido a la vida, pero sí explicar cómo funciona un tejido, el cerebral, cuando aún está vivo.

–¿Por qué cree que muchas de las personas que aseguran haber tenido una ECM afirman que, en aquellos momentos, no querían regresar?

–En las ECM se produce una activación de la amígdala del lóbulo temporal, la cual tiene un componente emocional muy fuerte. Es lo mismo que ocurre cuando tenemos un sueño muy agradable y no queremos despertarnos. También se ha demostrado en las ECM la liberación de algunos neurotransmisores como las endorfinas o la serotonina, los cuales contribuyen a esa sensación de serenidad y bienestar.

–Y, al contrario, ¿conoce de algún caso de alguien al que le atemorizó lo que vio?

–Sí se han dado casos. En las mesas de operaciones, los pacientes se encuentran bajo los efectos de los anestésicos. En algunos casos en que los pacientes estaban tratados, además, con inhibidores del sistema opioide, ese que produce paz y serenidad, los sujetos que experimentaron ECM tuvieron visiones muy desagradables, lo que podría demostrar que esas ECM son “visiones” fruto de la actividad cerebral, agradables o desagradables según qué condiciones.

–En esta misma página entrevistábamos hace unos meses a la viuda del doctor Enrique Vila, médico sevillano que profundizó mucho en las ECM. ¿Le ha influido en algo su legado?

–Si he de ser sincero, no. Evidentemente las ECM existen, pero no he pretendido abordar el tema desde el punto de vista de la parapsicología, sino desde la ciencia. Mi interés reside en comprender qué ocurre en el cerebro durante momentos así. Y no existe ninguna prueba de que lo que se experimenta en una ECM sea indicativo de que hay algo después de la muerte. Pero este tema toca muchas supersticiones y sensibilidades, y son muchos los que se aprovechan de esto.

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