La madre del menor al que el juez Francisco Serrano amplió el turno de custodia para el padre para que el niño pudiera asistir como paje en una cofradía de La Madrugá afirmó ayer, ante la Sala del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que enjuicia al magistrado por supuesta prevaricación, que la situación le causó "terror" y "horas de muchísima angustia".
La madre explicó ayer que se enteró por la prensa de que su hijo estaba bajo la custodia de su padre para salir en la Cofradía del Silencio, la madrugada del Jueves Santo, pese a que el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 4, que llevaba el proceso de divorcio de la pareja, había dictado un auto de medidas provisionales que establecía que ese día tenía que estar con la madre.
Por esa razón, dijo no entender cómo el juez Serrano pudo modificar esas medidas y ampliar el turno de custodia para el padre del niño sin siquiera consultar a alguno de los dos progenitores. "El no me conocía a mí, ni conocía mi divorcio. Encima se jactaba de mí. ¿Por qué? Porque soy mujer, porque soy víctima de violencia de género? Sólo tenía que haberme llamado", dijo. Así, se quejó de que el juez le denegase ser oída cuando se personó en el juzgado el lunes de Pascua. "Es decir, que me quitaron a mi hijo, y para hacerlo el juez ni me tuvo que quitar la tutela, que es lo más fuerte que se le puede hacer a una madre", señaló.
La madre aseguró que su hijo no tenía "ilusión" en procesionar en la Cofradía del Silencio, sino que la "ilusión" era más bien del padre. La noticia de que iba a salir como paje la tuvo la madre pocos días antes de la Semana Santa, razón por la que afirma que remitió un email al despacho de abogados de su ya exmarido para preguntarle acerca de quién se iba a responsabilizar del menor durante la procesión. La respuesta fue "ofensiva", lamentando la "maquinaria" iniciada por su expareja para "aplastarla".
La mujer relató que cuando el Miércoles Santo el padre fue a llevar a su casa a su otro hijo menor y no entregó a su hermano, comenzaron "horas de muchísima angustia", que le llevaron incluso a avisar a la Policía. "Yo no sabía dónde estaba e incluso llamé a mi exmarido, a su padre y a su abogado y nadie me contestaba". Además, aseguró que cuando el padre se lo devolvió, el Viernes Santo por la mañana, el niño "era un trapito, una piltrafa", por la situación de "angustia" y la "presión" a la que se le había sometido. "No era capaz de articular palabra, y su cabeza era una olla exprés a punto de explotar", por lo que lo llevó a Urgencias para que fuera tratado en Psicología. "Después de dormir 24 horas seguidas, aún seguía ensimismado", apostilló.
"Me dijo que el caso tenía que ser para este juez"
Además de la madre del menor, en la sesión de ayer declararon otros seis testigos, entre ellos la secretaria y las funcionarias del Juzgado de Familia 7, que explicaron las razones técnicas de por qué el caso recibió un número de registro erróneo en un primer lugar; la fiscal que consultó el propio magistrado, que afirmó que le recomendó atender la demanda del menor al que el juez había oído cuando fue a visitarlo junto a su abuelo el 30 de marzo de 2010; y una funcionaria del Decanato, que aseguró que un conocido abogado, que era el letrado del padre del menor, fue el que le dijo, al llevar la documentación sobre este asunto, que el tema tenía que ir a parar al de Familia 7. La acusación particular, que había propuesto como testigo al menor, renunció finalmente a su comparecencia.