A falta de algunos detalles, el grueso de la obra que ha reformado íntegramente las antiguas gradas de la plaza de la Maestranza es ya patente. La triple ecuación de estética, comodidad y seguridad que siempre ha defendido el teniente de Hermano Mayor de la corporación nobiliaria vuelve a ser una realidad.
Como señalaba El Gatopardo, "a veces hay que cambiarlo todo para que todo siga igual". La sentencia del inmortal personaje de Lampedusa se adapta como un guante a las obras de remodelación de la plaza de la Maestranza, que han transformado radicalmente las obsoletas e incómodas gradas bebiendo de las mejores fuentes: la propia historia material y estética de un edificio que mantiene vivo su proceso constructivo.
Ese respeto por la armonía del conjunto ha sido una de las premisas fundamentales en esta intervención que, dividida en dos fases, está a punto de finalizar con la renovación íntegra de las antiguas gradas de Sol y las gradas pares de Sombra. Alfonso Guajardo-Fajardo, teniente de Hermano Mayor del Real Cuerpo, destaca esta circunstancia: "sólo un espectador muy detallista que no conozca la fisonomía anterior podrá darse cuenta de que hemos intervenido en la plaza".
A la vez que el coso gana en comodidad y seguridad y armoniza su estética, perderá un buen número de localidades. Tal y como precisa el Teniente, "en las antiguas gradas de Sol había tramos con diez filas. Ahora, como máximo, hay seis y en algunos sitios la estrechez del espacio limita a cuatro filas nada más". Una de las grandes novedades que encontrará el espectador es el cambio de denominación. Algunos abonados no habían aceptado de buen grado la nomenclatura estrenada el pasado año. Entonces se bautizó como Tendidos Cubiertos a unas gradas que ahora pasarán a llamarse Sol Alto y Sombra Alta, recuperando una antigua denominación que aún se conservaba en algunos azulejos de la plaza. Estos azulejos serán reproducidos en talleres trianeros para rotular los accesos a las nuevas localidades. De la misma forma, la numeración de los tendidos y las localidades altas será idéntica y coincidente.
Las localidades altas de Sol y Sombra no mantienen la misma fisonomía: dos filas de delantera de palco y cuatro de escaños en el caso de la Sombra y una sola fila de bancos y de cuatro a seis de grada en el caso del Sol, que sí comparte idénticos materiales con la Sombra: piedra de Sierra Elvira para las escaleras y piedra de Gilena para los nuevos asientos. Al igual que en la intervención de las gradas impares de Sombra, en esta fase se ha procedido a variar la situación de todos los vomitorios, según precisa Guajardo-Fajardo, "ahora están centrados con una columna, buscando perturbar lo menos posible la visión de los espectadores. Antes no era así, y de paso logramos una mayor armonía en la plaza". Precisamente, en la búsqueda de esa armonización, la llamada grada de convite deja de estar diferenciada del resto de la plaza y reduce su amplitud de seis a cuatro arcos, "llevando el mismo tipo de asientos, el mismo número de filas e idéntica disposición que el resto de las localidades altas de Sombra", según puntualiza el teniente de Hermano Mayor.
Alfonso Guajardo-Fajardo nunca ha tenido inconveniente en considerar abierto el programa constructivo de una plaza que debe su fisonomía a más de siglo y medio de obras y sucesivas reformas. A punto de finalizar la remodelación de las antiguas gradas, el Teniente señala que "ahora hay que seguir hacia abajo", apostando por la ampliación del aforo con la creación de nuevas filas de barrera.
Los accesos a la plaza también han sufrido algunas variaciones, como la recuperación de la antigua puerta 8 que mejorará la evacuación y distribución del público en esa zona del Sol. La obra también ha permitido reabrir algunos tragaluces cegados que iluminan los pasillos interiores y la renovación íntegra de la instalación eléctrica de la plaza, que desde el año pasado cuenta con un discreto -casi invisible- servicio de megafonía. Mientras, se está iniciando la rotulación de las nuevas localidades y comienzan a desmontarse los andamios y las dos grúas. Cuando la plaza vuelva a abrir sus puertas el próximo Domingo de Resurrección volverá a parecer que todo estuvo allí desde siempre.
