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Toros

La Maestranza: oscuro objeto del deseo

Algunas versiones señalan que un grupo extranjero habría puesto su punto de mira en la gestión del coso del Baratillo.

el 25 dic 2013 / 23:00 h.

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La gestión de la plaza de toros de Sevilla ha sido colocada en el punto de mira por la polémica rebelión de las primeras figuras del toreo. El alzamiento del Club de los Cinco –léase Morante, Juli, Manzanares, Perera y Talavante– ha colocado en una compleja tesitura a la empresa Pagés –gestora del coso maestrante desde hace más de 80 años– y hace peligrar el planteamiento natural de la Feria de Abril de 2014, que restará un festejo más a los cinco que ya se redujeron en su edición de 2013 con respecto al esquema aceptado en los últimos tres lustros. El acuerdo privado que une a la Real Maestranza de Caballería de Sevilla –propietaria de la plaza de toros– y a los herederos del empresario catalán Eduardo Pagés sólo es conocido en sus verdaderos términos por las partes interesadas aunque constituye un sólido maridaje que ha sobrevivido a la II República; el alzamiento militar y la Guerra Civil; la dictadura franquista; la transición democrática y la reinstauración monárquica en la persona de Juan Carlos I que, a la postre, es el Hermano Mayor de una institución que no se dejará llevar por ningún viento –sea cual sea su origen– a la hora de responder a un sorprendente órdago –Canorea o nosotros– que habría sido lanzado a la diana equivocada. maestranza-analisis-torosEl hilo de los acontecimientos es bien conocido hasta ahora: el abrupto lenguaje que acompañó las denuncias vertidas por Eduardo Canorea –gerente de la empresa Pagés junto a su cuñado Ramón Valencia– fue la excusa tomada por los cinco toreros revelados para negarse a torear en el coso sevillano mientras siga regido por los actuales gestores. Un segundo comunicado firmado por el propio Canorea pedía árnica y abría una puerta al diálogo junto a una llamada a la calma que no se ha visto reflejada, hasta ahora, por la respuesta del nuevo Club de los Cinco. Muchos dedos señalaban directamente al habitual líder de la torería como catalizador de este eje torero sin precedentes que habría hecho llegar las supuestas justificaciones de su alzamiento al teniente de Hermano Mayor y la junta de gobierno de la propia Maestranza. Pero ese líder ya habría filtrado a los oídos más interesados que el verdadero responsable de esta guerra relámpago vive en otras orillas y está amparado por unas casas que podrían preparar un arriesgado asalto al histórico status quo de toreo. La clave de esta guerra es la propiedad del poder: o para nosotros o para ellos… Mientras tanto, el resto del universo taurino sigue esperando conocer los verdaderos planteamientos de las cinco figuras implicadas. Más allá de la colorista puesta en escena de Canorea, los auténticos postulados de los hombres de luces siguen siendo una incógnita para el común de los aficionados. Se rumorea en voz alta que el ajuste o el mantenimiento de los emolumentos del senado de la torería –amenazados por el desplome del presupuesto global de la temporada sevillana– dibujarían el horizonte definitivo de este conflicto que sólo ha conseguido ensombrecer el feliz estreno del Plan Nacional de Tauromaquia presentado por el ministro Wert la pasada semana. El mismo político daba en la diana al asegurar que ese catálogo se problemas y soluciones sólo podría ser materializado con la unión de todas las partes implicadas. Estamos apañados... Pero si señalábamos que la plaza de la Maestranza habría sido marcada como objetivo más rutilante de ciertos intereses, los rumores de la calle –confirmados por fuentes solventes– apuntarían directamente a ciertos actores debutantes en esta película de enredo. Habría que cruzarse un océano entero para preguntar a los nuevos gestores de los asuntos profesionales de uno de los toreros sublevados cuáles son los auténticos objetivos de esta rebelión sin precedentes. Fuentes muy cercanas a los interesados señalan que las verdaderas metas de este grupo empresarial con acento americano –Guadalajara en un llano y México en la Laguna– sería colocar al pie de los caballos a la actual empresa de la plaza de toros de Sevilla para contraofertar a los maestrantes un jugoso canon que –siempre según su particular apreciación– no podrían rechazar. Pero otras versiones contrastadas, de personas y casas implicadas directamente en la contratación de uno de los toreros rebelados, irían mucho más allá. Los adinerados apoderados del artista en cuestión habrían pujado por la compra de las plazas de toros de Jerez de la Frontera y ¡Barcelona¡ que siguen siendo propiedad de la familia Balañá y territorio de los Matilla. En ese caldo de cultivo, la semana pasada se rumoreó –con o sin fundamento– que las contrataciones americanas de El Juli podrían estar siendo visadas por la sociedad mexicana Casa de Toreros, algo que fue desmentido categóricamente por el diestro madrileño. Sí mantendría vigente su vinculación azteca el sevillano Morante, que después de despedir a Curro Vázquez puso las riendas de su carrera en manos de la empresa comandada por el multimillonario mexicano Alberto Bailleres, que confirmó al diestro retirado Antonio Barrera –íntimo de Morante– como apoderado efectivo y hombre de confianza del diestro de La Puebla. Mientras tanto, los hombres de campo de la empresa Pagés han confirmado los hierros que se lidiarán en la próxima Feria de Abril y los apoderados de los diestros implicados en el polémico levantamiento de Otoño siguen preguntándose en privado –el diálogo con algunos de sus matadores ha sido mínimo o inexistente– si pueden sentarse a negociar la contratación de esos toreros.

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