Cerca de tres millones de musulmanes inician hoy la peregrinación anual en la ciudad saudí de La Meca, uno de los cinco pilares del islam, que cada mahometano debe realizar al menos una vez en la vida. Este año el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, será uno de los peregrinos.
Al grito de "Labbaik Allahumma Labbaik" (Aquí estoy, oh Señor), los fieles comenzarán el ritual del Hach con una visita al vecino valle de Mina, los hombres vestidos con un traje blanco -dos piezas de tela sin costuras- y las mujeres con una larga túnica y pañuelo en la cabeza.
Dado el gran número de fieles, procedentes de distintos países del mundo, el Gobierno saudí ha puesto en alerta máxima a los servicios sanitarios, y ha reforzado la seguridad en todo el reino árabe para ayudar y proteger a los peregrinos, especialmente en La Meca y Medina, ambas en el oeste del país.
En esta última ciudad está enterrado el profeta Mahoma, mientras que en La Meca está la Kaaba, un edificio cuadrado donde los musulmanes sitúan el centro del mundo y que consideran como la primera construcción en la tierra. Según la tradición, las bases de la Kaaba, llamada por los árabes Baitulá (Casa de Dios), fueron construidas por Adán y el edificio por Abraham, con la ayuda de su hijo, Ismael.
Los fieles que están en la Ciudad Santa han dado ya en los últimos días las siete vueltas alrededor de la Kaaba y hoy se desplazarán a Mina (a 10 kilómetros de La Meca), donde pasarán todo el día y la noche dedicados al rezo, el recogimiento y la meditación.
En el segundo día del Hach, mañana martes, los peregrinos ascenderán por la falda del monte Arafat, donde Mahoma pronunció su último sermón, y permanecerán allí hasta la puesta del sol antes de trasladarse a la vecina localidad de Muzdalifa. Allí recogerán guijarros para lapidar las tres columnas que simbolizan las tentaciones del diablo, antes de regresar a Mina para sacrificar animales, sobre todo corderos, y marcar así el arranque del Eid al Adha o Fiesta del Sacrificio, la principal festividad islámica.
En cuanto a la organización, una de las obsesiones del Gobierno saudí es la seguridad. Para ello, ha desplegado a miles de policías en La Meca y sus alrededores para proteger la seguridad de los peregrinos y hacer frente a posibles acciones terroristas o disturbios durante el Hach. Las autoridades han establecido numerosos puestos policiales en las carreteras que unen La Meca con el resto del reino wahabí, mientras que en los diez kilómetros que separan esa ciudad del valle de Mina se ven blindados y ambulancias.