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La memoria de Los Palacios en miniaturas

Manuel Núñez hace maquetas de vehículos y aperos de hace un siglo.

el 27 ago 2010 / 18:56 h.

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El artista palaciego posa delante de algunos de sus camiones en miniatura.

Ya nadie se acuerda en Los Palacios y Villafranca de cuando el autobús de Los Amarillos iba o venía de Sevilla con su baca cargada de piñas de plátano y rollos de películas para el cine. Ni de cuando los panaderos repartían las medias con su bicicleta-baúl. Pero Manuel Núñez sí. Con una memoria de elefante y sus manos reconstruye a escala la memoria de su pueblo.

Antes de jubilarse Manuel, transportista toda su vida, se divertía con sus compañeros enseñándoles fotografías del último camión que había adquirido. Los colegas se asombraban del vehículo e intentaban sonsacarle el precio. Y Manuel contestaba: "Me ha costado un dineral. Mide 34 centímetros de largo". La anécdota sirve para ilustrar el realismo que impregna en cada miniatura. Lleva décadas haciéndolas, pero se han popularizado más desde que ha dejado ver algunas, como la prensa de uvas que expone en el escaparate de una céntrica librería. En casa, guarda un museo.

Los más antiguos del lugar creen viajar a su infancia al contemplar el carro del matadero, de los años 20 del siglo pasado, con sus listones de madera lúgubre, sus grandes ruedas lentas, su puertecilla con cerrojo en la parte trasera... O la empacadora de paja que se usaba en la era, cuando Manuel era un niño y los derechos laborales cubrían todo el horizonte marismeño, de sol a sol... O el camión de Transportes M. Núñez de su padre, que los que lo conocieron se afanan en buscar similitudes y no son capaces de encontrar una falta.

En su pequeño taller, todo sirve porque todo es aprovechable: una plancha de aluminio, una gomita, la chapita de la etiqueta de un jamón, un muellecito, un alfiler, un botón o las pestañas de una muñeca. En su afán reciclador, se ufana de no haber gastado un euro. "Aquí no hay nada comprado. Todo es hecho a mano, a base de martillazos y de horas", dice.

Entre sus piezas más conseguidas se encuentran el postigo de su propia casa natal, una trilla, un barco decimonónico y otros carros campestres, incluso de otras latitudes y culturas. "Cuando sale alguno que me llama la atención en la tele, detengo la imagen, la fotografío con el móvil y me pongo a hacerla", explica con entusiasmo.

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