La memoria escrita de Los Palacios se salva del fuego

Una treintena de voluntarios trabaja contrarreloj junto al archivero municipal, Julio Mayo, para que los documentos que se dañaron en el incendio puedan recuperarse a pesar del agua y las llamas.

el 14 sep 2013 / 23:30 h.

Un voluntario trabajando meticulosamente. / J. M. Paisano (Atese) Un voluntario trabajando meticulosamente. / J. M. Paisano (Atese)

Fotogalería: Recuperación del archivo

El fuego que el pasado 5 de septiembre se declaró en el archivo municipal de Los Palacios y Villafranca, a pesar de su virulencia, no pudo fulminar la memoria escrita de un pueblo. Ningún documento se ha tirado y todos se han almacenado en una nave del Ayuntamiento ubicada en el polígono El Muro, donde se está trabajando a contrarreloj para salvarlos ahora de la humedad. Todos los esfuerzos se están centrando en evitar que el papel se compacte y que hongos y bacterias puedan dar la puntilla final a estos documentos.

Desde que se inició el incendio, a excepción del fin de semana, un grupo de una treintena de voluntarios trabaja codo con codo a las órdenes del archivero municipal, Julio Mayo, que no tiene adjetivos con los que elogiar a estos vecinos que de forma altruista están donando parte de su tiempo para salvar los libros que no se quemaron entre las llamas y para no perder la historia de todo un pueblo.

“Su trabajo es imprescindible” remarca Mayo. Estas personas, de todas las edades y con la más variada formación, en estos momentos se están encargando de separar los documentos hoja por hoja y de poner entre ellas papel secante. Una labor minuciosa y que requiere mucho tiempo, el que prácticamente no hay. Temen que llegue la lluvia y la humedad, unas circunstancias que serían terribles para unos papeles que ya están chorreando por el agua que emplearon los bomberos para sofocar las llamas.

Después de este trabajo vendrá la recuperación de los libros. “Nos queda mucho por hacer”, relata el archivero municipal, que desde que se produjo el incendio prácticamente no duerme. Recuerda que durante el siniestro se tuvo que enfrentar con los bomberos y con la Guardia Civil para poder rescatar toda la documentación que se encontraba en el archivo. “Todo lo que había en su interior se ha trasladado a esta nave. No se ha tirado nada ni se va a tirar, porque es la memoria escrita de Los Palacios”, recalca Mayo.

Documentos quemados en el incendio del archivo municipal de Los Palacios. / J.M. Paisano (Atese) Las Vegas.Documentos quemados en el incendio del archivo municipal de Los Palacios. / J.M. Paisano (Atese)

Gracias a la cabezonería de este palaciego no fue pasto de las llamas el libro más importante del municipio: el Libro del Becerro, que recoge el pleito que mantuvieron los vecinos de Villafranca de la Marisma con los duques de Arcos entre 1631 y 1644 para evitar que compraran sus tierras y mantener su libertad. Este documento está ahora custodiado en la caja fuerte de una entidad bancaria.

También se han salvado cuatro libros de cuentas y arbitrios del siglo XVIII; actas de casi todos los momentos históricos del siglo XX, desde 1910 hasta la actualidad; y asientos contables del siglo XIX. De todos modos, Mayo es muy cauto en enumerar lo recuperado y lo que se ha perdido, porque, en estos momentos, su principal prioridad es preservar todos los papeles.

No obstante, entre los documentos que han escapado de las llamas se encuentra la iniciativa del Palenque municipal, un mercado de frutas y verduras, que nació en 1932, durante la República, y que duró hasta los años 70. En ellos se recoge cómo era el estamento social y económico del municipio. Un pueblo fundamentalmente de extracto humilde, pero muy trabajador, que a lo largo de su historia ha estado muy castigado por las riadas y por las inclemencias meteorológicas, puesto que su principal medio de vida era el campo.

Entre los legajos que también están a salvo se encuentran los que reflejan que en el municipio el reparto de las tierras está bastante equilibrado, gracias, según el archivero municipal, a que en el siglo XIX la desamortización se realizó de forma equitativa por el buen criterio de los braceros y de los vecinos.

Respecto a libros importantes que se hayan podido perder o que su recuperación sea imposible, Mayo prefiere callar, “ahora estamos centrados en secar y recuperar el patrimonio”. Esta reserva es más que comprensible. Cuando se visita la nave municipal a la que se ha trasladado el archivo municipal, a primera vista llama la atención las pilas de documentos mojados y quemados, que están por catalogar y que no se pueden dar por perdidos, porque cuando se levanta la tapa de un libro chamuscado los voluntarios se pueden llevar la grata sorpresa de que el papel está prácticamente intacto o sólo afectado por el agua.

Documentos quemados en el incendio del archivo municipal de Los Palacios. / J.M. Paisano (Atese) Documentos quemados en el incendio del archivo municipal de Los Palacios. / J.M. Paisano (Atese)

Andrés Alés, restaurador profesional que, junto a su socia Rocío Hermosín, recuperó el Libro del Becerro, es uno de los voluntarios que colabora con Mayo. Este experto es optimista con respecto a lo que se puede salvar, aunque aclara que para ello hace falta dinero y mano especializada. De hecho, esta próxima semana dos archiveros de la Diputación se desplazarán a Los Palacios para ayudar a recuperar y reorganizar los documentos.

Otra voluntaria es Inés Porras, licenciada en Historia del Arte y auxiliar de archivo, que realizó prácticas en Los Palacios con Mayo. Ésta destaca el buen trabajo que se ha hecho y la celeridad con la que se ha reaccionado, lo que ha permitido poner a salvo muchos documentos, aunque a diferencia de sus compañeros teme que el 50% de los documentos se pierdan o no se puedan recuperar al cien por cien.

Estos dos especialistas son la excepción entre los voluntarios, el grueso de este ejército de vecinos que trabajan por mantener vivo el pasado escrito de su pueblo son vecinos de todas las edades y de las más diversas profesiones.

Entre ellos se encuentra el contable José Manuel Jiménez que está dedicando una parte de sus vacaciones a secar las hojas de los libros del archivo. En su nuevo empleo se ha encontrado con alguna que otra curiosidad como la inscripción de una prima suya para presentarse a unas oposiciones y el abono de la contribución municipal por parte de su abuelo en 1972.

En la misma mesa de José Manuel trabaja el militar retirado Victoriano Rosal Domínguez, que no dudó en poner su granito de arena, “porque en estos papeles se encuentra la historia de mi familia y vecinos. Lo que ha sucedido es una tropelía”.

Otra voluntaria es Rosa Gutiérrez, aparejadora en paro y ama de casa, que se unió al grupo este jueves, cuando sus dos hijos de corta edad comenzaron el curso escolar. Afirma que lo que ha sucedido es “desolador”.

El archivero municipal espera que esta inestimable colaboración ciudadana se mantenga en el tiempo, porque asegura que es imprescindible para entre todos poder rescatar el patrimonio escrito del municipio.

  • 1