En una jornada soleada y concurridísima, la Feria del Libro de Sevilla tuvo ayer un recuerdo para el pequeño boom literario regional de los 60 conocido como los Narraluces, bajo el pretexto de la presentación de la obra completa de Luis Berenguer, uno de sus mejores representantes.
Los narraluces introdujeron en las letras andaluzas a finales de los años 60 unos profundos aires de renovación. Entre ellos destacaban nombres como Alfonso Grosso, Fernando Quiñones, Manuel Ferrand o el propio Luis Berenguer, conocido sobre todo por su obra maestra, El mundo de Juan Lobón, pero muy poco divulgado en lo que respecta al resto de su producción.
Ahora, la editorial Algaida acaba de lanzar la serie completa de sus prosas, incluyendo los títulos más experimentales, desde Leña verde a Marea escorada o Tamatea, novia del otoño. Una mesa redonda integrada por Francisco Vélez Nieto, Julio Manuel de la Rosa y José María Vaz de Soto -estos dos últimos adscritos también a aquella formidable oleada sureña- rindió ayer homenaje a Berenguer, militar de profesión que trascendió como el creador de ese cazador furtivo asomado a la extinción de todo un mundo y una forma de vida, el inolvidable Juan Lobón.
"No sé si hubo alguna vez una narrativa andaluza", comentó Julio Manuel de la Rosa, "pero viendo la apuesta tan seria que ha hecho Algaida, estos seis libros de un auténtico narrador que escribió, vivió y murió en Andalucía, sólo podemos manifestar una alegría enorme y dar por justificada esta convocatoria".
"A los narraluces no suele gustarles esa denominación", comentó a renglón seguido Vélez Nieto. "Creo que lo más interesante fue el modo en que repercutió en Andalucía toda la transformación social que se produjo en aquellos años, y el hecho de que no entrara de lleno en el realismo social, sino que tocando temas sociales fue mucho más allá", agregó.
De los narraluces de ayer a los autores de hoy, el día tuvo también representación de nombres vivos y en plena efervescencia creativa, como es el caso del joven Daniel Ruiz García, que en apenas un mes ha visto salir a la luz dos espléndidas novelas, Perrera y La canción donde ella vive. El acto estuvo presentado por el periodista de ABC Jesús Morillo.
También presentaron nuevos títulos dos veteranos escritores sevillanos, Emilio Durán, con Plaza del Cabildo, y el ya mencionado Julio Manuel de la Rosa, que recientemente ha reeditado su novela La sangre y el eco, ambos en el nuevo sello Paréntesis.
Otra presentación digna de destacar fue la de un escritor no andaluz, pero sí bien conocido por estos pagos -y reincidente en la Feria del Libro deSevilla- como Antonio Lozano, que habló en la sala Apeadero de su obra Las cenizas de Bagdad.
La jornada había sido madrugadora, con la presentación, nada menos que a las once de la mañana, del Libro de las canciones, un volumen de poemas del genial alemán Heinrich Heine traducido por el hispalense José Luis Reina Palazón.
Y siguiendo con los traductores locales, Antonio Rivero Taravillo también rindió ayer homenaje al irlandés Flan O' Brien, de quien vertió al castellano una cautivadora novela, La boca pobre.
Por último, cabe destacar del programa de ayer la presentación del libro La identidad andaluza del flamenco, de Juan Carlos Ríos, con ilustraciones de Andrés Vázquez de Sola, así como la conferencia La aventura de Darwin, a cargo del best-seller Alberto Vázquez-Figueroa, dentro del ciclo que la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía dedica al padre de la teoría evolutiva.
Asimismo, la Feria del Libro cobró ayer una sugestiva dimensión audiovisual con la proyección Future shorts, una convocatoria organizada por el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS) con algunos de interesantes cortometrajes precedido de una mesa redonda.
