Salud

La mente, un aliado en el bienestar

Una conferencia aborda las diversas estrategias en neuropsicología para tratar a los pacientes.

el 29 abr 2014 / 10:41 h.

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aaron-f-del-olmo ¿Cuál es la función de un neuropsicólogo? ¿En qué aspectos su trabajo puede resultar clave en la evolución de un paciente? El Master de Estudios Avanzados en Cerebro y Conducta, dirigido por Gonzalo de la Casa Rivas y que cuenta con un programa estructurado en tres semestres y está enfocado en la formación de profesionales en el campo concreto de la neuropsicología clínica, sondeó ayer el abanico de posibilidades en las que esta materia puede ser más útil para el paciente. La ponencia, que se alargó por espacio de dos horas en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla, corrió a cargo de Aaron F. del Olmo, investigador en neurociencia y que desempeña esta labor de neuropsicólogo clínico, en la Asociación para la Rehabilitación y Prevención de la Afasia (ARPA). Su intervención versó, primero, en concretar cuál es el papel de un neuropsicólogo y, después que puede realizar en su desempeño diario, para lo cual se centró en la evaluación de los pacientes, en primer lugar, para después detenerse en tratamientos y terapias tanto en niños como en adultos. Así, recordó que el neuropsicólogo puede encontrarse 3 perfiles de pacientes: los niños y su neurodesarrollo;la neurodegeneración, que está asociados a personas de edad avanzada; y, entretanto, los pacientes afectados por un daño cerebral adquirido, que sufren secuelas físicas y psicológicas como la afasia –que es la incapacidad a la hora de comunicarse– o la hemiplejía –que afecta a la movilidad de alguna parte del cuerpo–. Así, en primer lugar abordó la neuropsicología infantil. Puso como ejemplo en su charla el análisis de un posible caso de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que acude a la consulta por advertencia de su entorno. De la familia, por argumento como que no para quieto o que no termina las tareas que le son encomendadas. Del colegio, porque no puede estar callado o deja preguntas sin contestar en el examen. A partir de ahí, Del Olmo recomienda tener en cuenta toda la información obtenida sobre el paciente para así acertar en las pruebas cognitivas e iniciar, a partir de ellas, el tratamiento. Pruebas que permitan, por ejemplo, explorar la atención focalizada, sostenida o selectiva del pequeño. Mientras el niño siempre avanza en su nivel de función cognitiva, en el caso del daño material sufre un fuerte traspiés. Un retroceso como el de bajar varios escalones. La mayoría de las consultas vienen derivadas porque el paciente no habla. Es decir, padece afasia, una secuela que, admite Del Olmo, pese a que es de alta prevalencia «no se aborda tan ampliamente como la demencia u otros trastornos psicológicos». Así, es necesario, la toma de una neuroimagen (para detectar los daños), una evaluación sobre el origen (ictus, trauma, neoplasia,...), así como «una exploración» del lenguaje del paciente afásico (expresión y comprensión. Expuso a los alumnos pruebas para hacer la baremación, así como ejercicios de rehabilitación como reconocimiento de imágenes o frases incompletas para rellenar. A todo ello añadió otros elementos que pone en práctica en la sede de la asociación Arpa, situada en la Gota CEM, como actividades grupales o de ocio para combatir el aislamiento que sufre el afásico. Por último, se detuvo en la neurodegeneración, deterioro asociado a la edad. Aunque afecta sobre todo a personas mayores, abordó la particularidad de un caso como la afasia progresiva primaria, que es una alteración del lenguaje derivada de un daño cerebral progresivo. Su diagnóstico, además de la neuroimagen, requerirá de pruebas más exhaustivas y ejercicios encaminados a consolidar el léxico.

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