Casi la mitad de los jóvenes españoles de 26 a 35 años que viven con sus padres serían pobres si se emanciparan, lo que supondría multiplicar por cuatro la tasa de pobreza existente en la actualidad en esta franja de edad.
Así se desprende del Informe de la inclusión social en España 2008, de la Obra Social de Caixa Catalunya, en el que, por primera vez, se analiza la evolución de la pobreza en el conjunto del país teniendo en cuenta los diferentes ciclos de vida de la población. En España, donde se calcula que una de cada diez personas vive en situación de pobreza, la exclusión social se concentra en los dos extremos del ciclo vital, como son los menores de 16 años y los mayores de 65, según explicó ayer Carme Gómez-Granell, directora del Instituto de Infancia y Mundo Urbano.
En concreto, la pobreza moderada, entendida como aquella que sufren las familias que cobran el 60% de la media de ingresos (6.347 euros anuales), afecta principalmente a los más mayores (31%) y, en menor medida, a los niños y adolescentes (24%). Sin embargo, en los casos de pobreza severa, aquella que se da cuando los hogares disponen de unos 3.000 euros mensuales, el 25% de la media, son los más jóvenes los principales afectados, con un 5,4% del colectivo, frente a un 1,9% de los ancianos.
Proporcional.
Los datos, según Gómez-Granell, demuestran que las políticas sociales protegen a las personas mayores de la pobreza severa, pero no de la moderada, mientras que la pobreza infantil, al contrario que en otros países europeos, no se ha convertido aún en una prioridad. "Se tendría que dedicar una atención preferente a la infancia y la juventud", dijo el sociólogo Lluís Flaquer, que remarcó que, cuanto más aguda es la situación de pobreza, a un mayor porcentaje de menores de 16 años afecta.