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"La mujer llena las redacciones pero no los despachos"

La II Jornadas de Periodismo de El Correo reunieron ayer en la Universidad Pablo de Olavide a Rosa María Calaf, Teresa Viejo, Berna González Harbour e Inés Alba.

el 21 oct 2009 / 05:44 h.

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Las ponentes de las jornadas de periodismo junto al director de El Correo de Andalucía.

Cuatro mujeres periodistas se levantaron ayer la coraza que suele proteger a las triunfadoras para contar cómo intentan ganar a diario una guerra que parece perdida cada vez que un hombre "somete a una mujer a un escrutinio mucho más brutal del que se somete a sí mismo", como lo definió Berna González Harbour, subdirectora de El País.

Al mirar atrás se recordaron iniciando solas un camino al que se han ido sumando muchas mujeres, que "hoy llenan las redacciones, pero no los despachos", y admitieron que la única postura posible para una periodista que quiera hacer valer su criterio es la "rebelión permanente". Por ello, defendieron que es vital que la presencia masiva de mujeres en los medios de comunicación cale hasta los órganos de poder, para permitirles tomar decisiones.

 

González Harbour, con una larga trayectoria en el periodismo internacional; Rosa María Calaf, uno de los rostros más conocidos de TVE a fuerza de haber sido su eterna corresponsal en los lugares más remotos; Teresa Viejo, tan popular por su labor televisiva y radiofónica como por haber dirigido la revista Interviú; e Inés Alba, jefa de estrategias de Canal Sur Radio y directora de programas de Canal Sur Televisión como Mejor lo hablamos, regalaron reflexiones y anécdotas en la II Jornada de Periodismo organizada por El Correo de Andalucía en el Paraninfo de la Universidad Pablo de Olavide, con el título Mujeres periodistas, cuya mesa redonda moderó la subdirectora de El Correo Paqui Godoy.

Entre anécdotas como el "señorita, además de guapa es usted inteligente" que escuchó Alba del jefe de los empresarios gaditanos a finales de los 70, o el "¿cómo una voz femenina va a tener autoridad en un programa matinal de radio?" con el que intentaron desbancar a Teresa Viejo, las periodistas dejaron entrever problemas más sutiles, discriminaciones quizá aún más dolorosas, como las asumidas por las propias profesionales al creerse obligadas a elegir y anteponer su vida personal a la profesional.

Entre tanto estereotipo femenino, Inés Alba lanzó un dardo: "Los clichés están ahí, pero no sólo para las mujeres: yo de ellos estaría más molesta con su estereotipo" masculino, afirmó. Porque del debate surgió una cuestión: ¿qué se está perdiendo el periodismo mientras las mujeres no se incorporen del todo, no ya a las trincheras de la prensa, sino a sus órganos de decisión? Lo apuntó González Harbour cuando señaló que una mujer que quiera medrar "puede simular que es un hombre" e imitar su comportamiento, "o puede emprender la guerra por las buenas razones, para conciliar y tener una visión global" de la vida que incluya, por ejemplo, a la familia: "Se puede ser buen profesional e ir a las reuniones del colegio de tu hijo", sentenció. Y para las que no lleguen a todo, un consejo: "Nunca tengáis sentimiento de culpa".

Política o sociedad. Calaf tiró de otro extremo de la misma sábana: ¿son más importantes los temas tradicionalmente masculinos, reservados durante años a los redactores varones? ¿Es más importante la política que la información social? Y explicó que hace 26 años, cuando era corresponsal en Nueva York, le costaba que le admitieran sus crónicas políticas plagadas de pinceladas sobre la sociedad americana, que ella introducía "porque la sociedad es política y para entender la política hay que entender a la sociedad de la que surge". Hoy está plenamente aceptado, como afirmó con orgullo. Lo secundó González Harbour al explicar que temas antes englobados en Sociedad, sublimados ahora en la sección Vida y Artes de El País, tienen gran acogida entre los lectores. Y son todos ésos que durante años se consideraron menores en las páginas de los diarios, arrinconados por la política y otros asuntos importantes.

Aún así, entre las ponentes hubo diferencias de criterio. Mientras Alba defendía que "con más mujeres debería haber más sensibilidad", Calaf insistía en que ella ha hecho su trabajo igual que lo hubiera hecho cualquiera. Aunque admitía que los obstáculos en su camino a veces la habían llevado por derroteros a los que quizá un hombre no se hubiera planteado llegar. Puso como ejemplo países en los que trabajó -Afganistán, Iraq...- en los que una mujer periodista "no puede moverse sola o no puede conseguir determinadas entrevistas... pero también tiene ventajas, porque tienes acceso a ese universo femenino" en el que viven las mujeres sometidas por sociedades profundamente machistas.

Calaf tuvo un recuerdo especial para las periodistas de esos lugares, que aún deben esconder su profesión y que corren un peligro de muerte real sólo por ejercer su labor. "Ahí es donde hay que defender el periodismo y a las mujeres periodistas", sentenció.

Pero pese a los avances en España, Inés Alba lamentó que no todo se puede lograr por "evolución natural", y defendió que hacen falta "acciones positivas de las empresas", por ejemplo en la protección real de las mujeres a la hora de tener hijos, para que al volver su puesto esté garantizado. "¡Pero es que el hombre y la mujer que deciden tener un hijo deben saber que tienen que distribuir su tiempo!", clamó Teresa Viejo: "Es una cuestión de educación muy profunda que hay que cambiar", defendió. Y en ese cambio, "los medios de comunicación somos absolutamente responsables de la imagen que se da de la mujer". Desde un punto de vista crítico, Alba consideró, incluso, que "no ayuda ver en mesas como ésta sólo a mujeres", pero animó a las que vengan tras ellas a seguir con el intento: "Hasta ahora ha sido hermoso".

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