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La mujer y la literatura

Me complace mucho que el tema alrededor del cual gira el Festival de Teatro Clásico de Almagro sea la mujer, como acaba de publicarse; mejor dicho, el papel de la mujer en los últimos 400 años.

el 15 sep 2009 / 02:47 h.

Me complace mucho que el tema alrededor del cual gira este año el Festival de Teatro Clásico de Almagro sea la mujer, como acaba de publicarse; mejor dicho, el papel de la mujer en los últimos 400 años. Almagro es un pueblo que no alcanza los diez mil habitantes, ubicado en el corazón de esa tierra de cuentos y legendas que es Castilla la Mancha; ahora bien, a lo largo del mes de julio, el pueblo entero se vuelca en su prestigioso festival como un solo un hombre.

Este año están previstas 164 funciones repartidas a lo largo de casi un mes, con 63 compañías de 7 países, y representaciones del calado de "Troilo y Crésida", de Shakespeare, dirigida por Donnellan, o "De místicos y pícaros", con El Brujo a la cabeza del reparto y cuyo estado de gracia, por cierto, tuve el privilegio de degustar recientemente en Toledo.

La verdad es que el tema elegido este año por la dirección del Festival no sólo da juego, sino que es de justicia en los tiempos que corren. La mujer, dentro y fuera de las tablas, como actriz, dramaturga, y más genéricamente, como personaje de letras ha vivido sometida a toda clase de vejaciones. Todavía nuestro Javier Bardem, en la gala de los Oscar, dedicaba emocionado su galardón a una familia de cómicos que, por imposición del régimen franquista, no podían ser enterrados en tierra sacra. Y, no sólo en España, claro. En el siglo de las Luces, la prestigiosa actriz Adriana Levouvreur, en vida fue objeto de agravios continuos, y su misteriosa muerte y vergonzoso entierro, que no detallaré aquí, aún son objeto de recuerdo entre la gente del teatro.

Pero en el mundo genérico de las letras, siempre ha sido así. Es famoso el libro de Virginia Wolf, "Un cuarto propio", en el que la escritora habla de un solo requisito para que una mujer se dedique a escribir, si es su deseo: tener eso, una habitación propia en la que poder trabajar a placer. Y qué me dicen de las auténticas heroínas del XIX, que no fueron ni las damas de alcurnia ni las afamadas cortesanas, si no las novelistas románticas como Jane Austen o las hermanas Brönte, que, encerradas en sus jaulas de oro por aquellos caballeros cerriles, nos regalaron sus mundos sentimentales.

Así pues, el lema del Festival de Almagro, "Yo soy clásica", no puede ser más que un simbólico desagravio a las humillaciones de un mundo machista sobre la mujer de ayer y de hoy.

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