Un director de periódico se suicida, no sin antes remitir a su sucesor un manuscrito lleno de confesiones insólitas. Tal es el punto de partida de Los pecados increíbles, la última novela del periodista y escritor extremeño José María Pagador, que ayer fue presentada en la Biblioteca Infanta Elena.
La novela, que acaba de ver la luz en la editorial De la Luna Libros, urde una trama compleja con un asesino como protagonista, dos planos temporales y muy variados recursos procedentes de la novela negrocriminal, el thriller y la literatura erótica. "Se trata de una novela escrita a finales del siglo XX, que expone cómo ha ido evolucionando cierto tipo de periodismo con tendencia a tomar caminos injustos y equivocados", explicaba ayer el autor, a la sazón un veterano del oficio periodístico. "Sigo siendo un enamorado del periodismo, pero odio al trepa que pisa el pescuezo del otro para medrar, o al que hace bandera a favor o en contra de alguien utilizando esta profesión. Todo ello aparece también en la novela", agrega.
El título de Los pecados increíbles hace referencia a ese personaje central, un amador tan precoz que los sacerdotes que le tomaban confesión no le daban crédito, y que al convertirse de adulto en un criminal corre la misma suerte, por más que juegue a dejar pistas acerca de sus delitos. Es el turbio legado que dejará a su adjunto, un mojigato de vida familiar apacible y sin tacha, que se verá proyectado hacia el éxito al mismo tiempo que arrastrado por la marea demencial de los hechos.
Tal vez no sea casualidad que un maestro de la novela policíaca como el siciliano Camilleri haya tratado también la cuestión de la información en su última obra, La muerte de Amalia Sacerdote, y que otros grandes del género -Mankell, Larsson, Markaris, Padura o españoles como Andreu Martín o Juan Madrid- estén ofreciendo algunos de los retratos más lúcidos del mundo actual a partir de ficciones con el crimen como eje.
Y aunque Pagador considera que Los pecados increíbles "no es una novela negra al cien por cien, aunque tenga mucho de ello", admite que "desde la Antigüedad clásica los escritores han sabido siempre recoger ese lado de maldad y crueldad que parece propio del ser humano. El género negro ha consolidado los recursos narrativos, se ha ido depurando, y no hay duda de que es capaz de hacer la mejor radiografía de la sociedad actual", apostilla.
