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La obra maestra de Will Eisner

Personaje clave en la historia del noveno arte, el ‘spirit’ de eisner sigue demostrando su carácter inmortal a sus setenta años de edad.

el 23 dic 2010 / 16:10 h.

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Repasando la magistral trayectoria de Will Eisner (1917-2005), es una licencia tremenda el que el titular de este artículo afirme que Spirit es la obra maestra del artista neoyorquino, así que vayan por delante estas disculpas hacia la memoria de un autor del que lo mejor que se puede decir es que hasta su peor título (si es que hay alguno) es un pináculo en la historia del noveno arte durante el siglo XX.

Artista clave en el desarrollo del cómic, Eisner es, entre otras muchas cosas, el padre de la novela gráfica tal y como la conocemos hoy (aunque esto sea otra licencia que tendrán que volver a disculpar y sobre la que habría mucho que discutir) gracias a ese Contrato con Dios que, a mediados de los setenta, cambió la forma que el público tenía de ver los cómics.

Pero ese cambió no fue más que la evolución lógica de un artista en una constante búsqueda de nuevas ideas que ir sumando a la vasta herencia que terminaría legando a la historiografía del noveno arte y cuyos comienzos se pueden encontrar precisamente en este Spirit del que hoy nos ocupamos.

Tras varios trabajos, que vistos hoy carecen de su genial y posterior impronta (y haría falta otro artículo para explicar el porqué),  Eisner se independiza del estudio que él mismo había creado pocos años antes para poder llegar a muchos más lectores a través del indudable atractivo que, en la década de los cuarenta, ofrecía el publicar una historia semanal en los mejores periódicos de Norteamérica.

Fue así como, el 2 de junio de 1940, aparecía la primera historia de Spirit, alter ego de Denny Colt, un detective que, tras ser dado por muerto, aprovechará su nuevo estatus para combatir el crimen de su ciudad.

En los dos años que pasan entre su primera aparición hasta que Eisner es llamado a filas en mayo de 1942, el dibujo del artista sufrirá una constante aunque en principio lenta evolución que denota la pugna del dibujante por librarse del constreñimiento provocado por la forma de trabajar a la que estaba acostumbrado en el estudio (con esas páginas pre-aviñetadas) y el firme deseo de incurrir en nuevas formas narrativas que rompiesen dichos esquemas cerrados.

La interrupción que supondría su intervención en la Segunda Guerra Mundial no haría sino mejorar sobremanera el refinado estilo del dibujante que, en las historias contenidas en el volumen que ahora publica Norma (y que recogen las secciones de la segunda mitad de 1948) ya se encuentra en su primera plenitud, controlando a la perfección el ritmo y la secuenciación de unas historias que hoy, más de cicuenta años después de su primera aparición, conservan toda su frescura y encanto.

Y si eso no es merecedor de ser calificado de Obra Maestra... Edita Norma en un libro cartoné de 192 páginas por 35 euros.

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