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La ocupación ilegal de casas se ha disparado por efecto de la crisis

Mientras que el movimiento ‘okupa’ sigue con los mismos frentes ‘tradicionales’,  la actuación de personas con problemas de exclusión acentúa este fenómeno.

el 21 nov 2010 / 19:32 h.

El movimiento okupa en Sevilla, pese a los reveses sufridos por los últimos desalojos (como el de la Fábrica de Sombreros, la Fábrica de Vidrio de la Trinidad o Casas Viejas), mantiene sus frentes abiertos en enclaves como el antiguo taller de hostelería situado en la calle Muro de los Navarros 38 y el ya histórico centro cultural y de acción social autogestionado -como lo denomina el colectivo- de San Bernardo, así como en el Huerto del Rey Moro y el Pumarejo, radio de acción okupa.


Frente a este perfil clásico del okupa, ahora la crisis económica ha hecho que no pocas personas con pocos recursos y que se han quedado sin un techo rompan la puerta de casas vacías que no son de su propiedad para vivir en ellas hasta que la Justicia o la Policía les haga salir o lleguen mejores tiempos. Esto provoca que casos haya muchos pero denuncias no tantas, porque varios de estos inmuebles son de promotores que, también por la crisis, no tienen ahora proyectos concretos. Por ello, prefieren denunciar cuando llegue el momento.

Por ejemplo, uno de los bares de los Jardines de Murillo fue ocupado en los últimos meses, al igual que al menos tres casas de Nervión. El antiguo mercado de la Puerta de la Carne ha sufrido varios intentos de asalto, después de que sus inquilinos sin papales fueran desalojados hace ahora dos años. Cuando los servicios de limpieza y la Policía Local entraron en el edificio regionalista sólo quedaba un perrito y pertenencias abandonadas.

Según Manuel Espino, secretario general del Sindicato Unificado de Policía, el fenómeno de la ocupación ilegal de edificios, casas o pisos "suele resurgir en los tiempos de dificultades económicas", de ahí que se hayan detectado más casos en los últimos meses, por ejemplo en zonas como el Polígono Sur.

No obstante, muchos propietarios no denuncian, de ahí que haya muchos casos en distritos como Macarena y Centro que no están registrados ni por la Policía ni por los Juzgados. Así lo aseguran los vecinos. En el caso del Polígono Sur, el propio sindicato de la Policía Nacional ha denunciado un repunte de los saqueos y ocupaciones en bloques de las 624 y 800 viviendas: 60 casas asaltadas, 30 desvalijadas y otras 10 tomadas por personas "probablemente del mundo de la droga", según Espino. El Comisionado, Jesús Maeztu, sólo reconoce que hace dos semanas se registraron tres casos de ocupación ilegal que habían sido "subsanados". A su juicio, la crisis económica hace que muchas personas opten por la salida más fácil, la ocupación de una vivienda desocupada.

Junto a estos casos de ocupación de viviendas, el movimiento okupa -Sevilla ha sido una de las ciudades con más actividad en España- se señala como algo más, como una filosofía de vida, al margen de problemas económicos coyunturales. El centro Sin Nombre, en la calle San Bernardo 42, se define a sí mismo como "un espacio de encuentro y convivencia; un medio para la acción político-social, la generación de alternativas contraculturales y de ocio, desde la autogestión y la autonomía", según reza en su web. Frente al modelo casi familiar del Huerto del Rey Moro, Sin Nombre se ajusta mejor a la imagen tópica del okupa, con una gestión asamblearia muy vinculada a la cultura alternativa. Con todo, se mantiene tras cinco años.

Por contra, el objetivo de la Plataforma La Noria, que coordina todas las acciones del Huerto del Rey Moro, es evitar que se construyan los 800 metros cuadrados que permite el PGOU para así preservar la antigua huerta medieval, declarada junto a la Casa del Rey Moro (una construcción de finales del XV) Bien de Interés Cultural. Urbanismo ya se comprometió a que el conjunto se convertirá en una zona verde.

Una de las iniciativas que no cuajó fue la ocupación de la Fábrica de Vidrio de la Trinidad. Lo cierto es que el movimiento okupa no tuvo el suficiente peso para conservar este frente, quizás demasiado ambicioso.

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