La ola de xenofobia que afecta a Sudáfrica desde comienzos de la semana pasada se extendió ayer a nuevas áreas e incluyó en las últimas horas a Ciudad del Cabo, la segunda ciudad más poblada del país. Al menos 42 personas han fallecido en estos incidentes, que han provocado la huida de 10.0000 inmigrantes africanos.
Los disturbios, que comenzaron en los barrios más pobres de Johannesburgo, empezaron a propagarse el pasado martes, cuando una taberna regentada por nigerianos fue atacada y saqueada por residentes sudafricanos en la ciudad oriental de Durban. Fuentes policiales confirmaron que grupos de personas atacaron la noche del jueves a extranjeros que habitan en el barrio de Milnerton de Ciudad del Cabo, en una ola de violencia que causó 12 heridos y una muerte accidental. En los ataques quedaron destruidas tiendas de extranjeros y sudafricanos, hubo 15 detenidos y unas 500 personas buscaron refugio en la comisaría del barrio.
En la provincia de North West, tres inmigrantes resultaron heridos por puñaladas y cuatro tiendas de propietarios paquistaníes fueron saqueadas, lo que llevó a la detención de 15 personas. El comisario Lesego Metsi, de North West, en el noroeste de Sudáfrica, informó de que a causa de los ataques más de cien personas acudieron a las dependencias policiales para buscar refugio.
Metsi declaró a los periodistas que se está considerando la posibilidad de pedir refuerzos. "Estamos estirando nuestros recursos lo máximo posible, pero en cuanto llegamos a la escena de un crimen recibimos informes de que hay otro incidente en alguna otra parte", puntualizó.
Mientras, en Durban, un inmigrante procedente de Malaui resultó herido de bala el jueves y 300 extranjeros fueron a una comisaría para buscar protección de las fuerzas del orden. Y en la provincia oriental de Kwazulu-Natal diez personas fueron detenidas acusadas de atacar a inmigrantes. Desde que estalló el brote de violencia xenófoba, al menos 42 personas han resultado muertas y 25.000 han tenido que buscar refugio en comisarías y edificios públicos.
Estampida. Mientras tanto, más de 10.000 mozambiqueños que buscaban un futuro mejor en Sudáfrica han regresado a su país a causa de la actual ola xenofóbica, que ha sido recibida en Mozambique con indignación por la ingratitud demostrada por sus vecinos. En Sudáfrica, la primera economía del continente, hay cerca de 50.000 mineros mozambiqueños, un empleo que suelen rechazar los trabajadores locales por su dureza.
En el punto fronterizo de Ressano García se podía comprobar ayer la penosa situación en la que regresaban al país muchos emigrantes. Mozambique ha movilizado a equipos de la Cruz Roja y de dependencias oficiales para atender a los que retornan, que además de mozambiqueños y zimbabuenses son malauianos y nigerianos, aunque estos últimos en menor número. Las autoridades han reactivado un Centro Nacional de Emergencias que sólo funciona para hacer frente a las inundaciones que se registran en época de lluvias.
Uno de los retornados es Carlitos Chaguala, que vivía en el barrio de Alexandra, en el Este de Johannesburgo, donde estallaron los ataques antes de extenderse por otras áreas de la ciudad y de varios puntos del país. "Durante el viaje hasta aquí con un amigo, no podíamos hablar changane [una lengua del sur de Mozambique] porque no queríamos ser identificados como mozambiqueños", explicó. "No he conseguido traer nada", se lamentó.
