Ni la Navidad les trae un respiro, entre una cascada de proyectos que incluye el rodaje de la serie televisiva Allí abajo y este Patente de corso teatral, que este sábado traen de nuevo a Sevilla. Y en este no parar, Alfonso Sánchez acaba de quitarse el traje de Papá Noel, «con esto de ser actor me toca en la guardería...». Alfonso Sánchez (izquierda) y Alberto López, vendiendo su Patente de corso. / José Luis Montero Dos meses y medio después de su estreno en el Lope de Vega, ¿cuál es el balance con Patente de corso? Pues a falta de un mes ya se había llenado Fibes para este sábado, eso lo dice todo. Es una pasada meter a 3.200 personas en un recinto que no es teatral y para una obra que no es ni Los Miserables ni un espectaculito de cómicos con monólogos. Esto es teatro con mayúsculas, con textos comprometidos y valientes. ¿Cómo ha funcionado la obra durante la gira? En cuanto al público, el boca-oído ha funcionado espectacularmente. Ayuda que es un espectáculo universal y que es de Arturo Pérez Reverte, uno de nuestros autores más importantes. En cuanto a las críticas, han sido mucho mejores fuera de Sevilla que aquí, y eso que el día del estreno en el Lope la gente estuvo cinco minutos de pie aplaudiendo. Ya nos pasó con El mundo es nuestro, a ver si va a ser verdad eso de que nadie es profeta en su tierra... Igual creen que sólo somos los Compadres y que lo demás que hacemos no tiene valor, es algo que pasa mucho con los productos de Andalucía, cuando aquí hay cosas espléndidas. Parece que la relación con la crítica es un poco tensa... La mejor crítica es el boca-oreja, porque nosotros trabajamos para el público, y es evidente que no podemos gustar a todo el mundo. Pero hacemos productos que hablan de nuestras historias, de nuestra gente, generamos trabajo aquí... Si hay un poco de trauma con lo que somos, pues lo sentimos mucho. ¿Creen entonces que la sombra de los Compadres perjudica otros proyectos? Tampoco es eso. Yo [Alfonso Sánchez] hago ahora de aragonés en la serie Las aventuras del capitán Alatriste. Y yo [Alberto López] empiezo a rodar una película, Toro, con Luis Tosar, José Sacristán y Mario Casas. En Allí abajo no hacemos de compadres, somos cuñados... ¿Por qué Patente de corso, qué aporta la obra? Intenta aportar humanidad. Ahora hay mucha maldad en el mundo, la cosa está muy mal, pero si nos escuchamos, nos ayudamos, nos damos cariño, al final no estamos tan solos y se consigue que el mundo sea un poquito mejor. La obra habla sobre el bien, el mal y el poder de la amistad. Y eso que hay razones para el desaliento, ¿no? ¿Y ante lo mal que está la cosa hay que convertirse en hijo de puta? Pues nosotros creemos que a lo mejor hay otra salida, aunque es verdad que ahora mismo es más fácil ser malo, está más de moda ser malo. En realidad hay más buenos que malos, pero hacen más ruido... además de que para ser malo hay que valer. ¿El mensaje entonces no es pesimista? Ni derrotista ni panfletario ni pesimista. Pérez Reverte dice que sus artículos son ajustes de cuentas semanales, y con la situación que tenemos algunos parecen escritos ahora y tienen más de 20 años. La obra es un canto a la amistad, a no estar solo. ¿La gente sale optimista o con ganas de revolución? Sale con ganas de ser mejor persona, porque en realidad hay mucha buena gente. La cuestión es preguntarse por qué somos así y plantarle cara a la mala gente. ¿Y eso se va a conseguir? Hombre, un cambio se va a producir, no sé si para bien o para mal, pero se va a producir. Están saliendo formaciones políticas nuevas que son el principio del fin de algo obsoleto, de esta engañifa. Aseguran también que es una reflexión sobre España y lo español, ¿cómo somos? En este país no se cree en casi nada desde hace 500 años, tenemos una tradición de políticos corruptos, de falta de respeto y de ninguneo al ciudadano que viene de la época del gran imperio. Aquí llegaban los barcos cargados de oro de América y el español tenía que ir detrás de los carros recogiendo las migajas que caían. Esto es un vituperio, llevan mucho tiempo riéndose de toda una nación. La olla se ha llenado de vapor y va a explotar, y eso es un peligro. Por cierto, después de tanto tiempo juntos, ¿no se cansan el uno del otro? Para nada, porque empezamos siendo compañeros, luego fuimos amigos y ahora somos familia. Nos respetamos y admiramos muchos, nos inspiramos mutuamente. Y no nos enfadamos por dormir en cama ajena y hacer proyectos por separado, cuando uno hace algo el otro se siente más orgulloso que la madre de la Pantoja. Y ahora que han pasado tantas cosas, ¿añoran al Culebra y al Cabeza? No porque no nos hemos despedido de ellos, aquellos personajes de la web van a seguir vivos en las películas, porque el Culebra y el Cabeza nos dieron la vida, aquello fue un antes y un después. Además, la gente nos sigue preguntando por ellos y hasta nos llaman así.