María José Molero, 45 años, casada y con tres hijos, sufre una discapacidad psicológica de tipo emocional. Quizá la peor de todas a efectos del «tabú social», como ella sostiene, sobre todo cuando llega la hora de ganarse la vida; «cuesta mucho», dice, superar una entrevista para un puesto, porque «la primera palabra que se les viene a la mente es loca». Sin embargo, acaba de empezar en Magna Laboratorios, vinculada a El Corte Inglés, y está feliz. Es una de las 402 personas que han encontrado trabajo en Sevilla gracias a la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) en el último año. Este es el dato estrella de la presentación de la memoria económica y social de una organización que es «el primer empleador de la provincia» en palabras de su delegado territorial, Patricio Cárceles, quien ayer compareció ante los periodistas junto al subdelegado Francisco Arroyo para desgranar las cifras del ejercicio 2013. Un balance en el que también destacanlas inversiones sociales pese a la bajada de las ventas.
Junto a María José se hallaban también, en este acto, Rosa Jurado y Carlos Carrera, otros dos sevillanos con discapacidad que, al igual que la primera, han conseguido un trabajo este año por mediación de laONCE: Rosa, en un bufete de abogados; Carlos, como técnico de recursos humanos en un centro de mayores de la fundación Vitalia, en la avenida de Kansas City. Los tres ponían ayer rostros, nombres e historias al esfuerzo de la organización por la integración, un propósito para el cual, como señaló Cárceles, «un puesto de trabajo es siempre la mejor garantía», en particular cuando es «estable y de calidad». Dos condiciones que la ONCE se toma tan a pecho que «es la primera empresa, según el estudio Merca, donde a los trabajadores les gustaría trabajar».
menos cupones. Pese a todo, la memoria anual de la ONCE no viene eufórica, por más que sean «buenas noticias, en un contexto donde las noticias, cada día, son justo lo contrario». La caída de las ventas de los cupones y demás juegos en un 2,57 por ciento ha condicionado los resultados, que con todo continúan valorando como positivos: 6.828 trabajadores en Sevilla, donde la inversión social en 2013 sumó 58,85 millones de euros (educación, formación, empleo, autonomía personal, apoyo psicosocial, bienestar social, tiflotecnología, cultura y deporte...). También se destacó la cifra de los 3.696 afiliados a la ONCE en Sevilla, donde residen 190.589 personas con algún tipo de discapacidad. Cantidades que tienen un punto heroico dadas las circunstancias, que Patricio Cárceles resumió en cuatro: la crisis; el gravamen del 20 por ciento impuesto por el Gobierno a los premios mayores de 2.500 euros; el aumento del número de empresas dedicadas al juego (en particular, en internet); y el impacto del juego ilegal, «que se aprovecha miserablemente de la crisis y de los colectivos más desfavorecidos».
Pero el delegado territorial para Andalucía, Ceuta y Melilla se quedaba con el dato del empleo y aprovechaba para hacer un alegato a favor de la contratación de discapacitados: «Basta ya de estigmas sobre la productividad» de estas personas, llegó a decir para desmentir el tópico. De paso, arreó fuerte contra la política empresarial imperante: «Mientras unos se escudan en la crisis para destruir empleo, nosotros creamos empleo. Hay otra forma de crear empresa, que combina rentabilidad económica con rentabilidad social». Y por lo que atañe a los colectivos más desfavorecidos, lo tuvo claro: en una crisis como esta, hay que «fortalecer el estado del bienestar, no recular. Ante una amenaza, lo que hay que hacer es reforzar las medidas de protección», dijo Patricio Cárceles. Porque además, «es injusto que paguen los platos rotos aquellos que nunca comieron en ellos». Precisamente, mantener el nivel de servicios sociales pese a las trabas es, afirma, lo que los convierte «en los principales agentes del desarrollo social en Sevilla», para añadir: «Y esto lo conseguimos con solo una cuota del 7,6 por ciento del juego en España». Así es. Loterías y Apuestas del Estado se lleva el mayor trozo de la tarta, un 35 por ciento, mientras que las empresas online superan ya a la ONCE con un 10,5 por ciento.
María José, Rosa y Carlos asistían a esta exposición de cifras y máximas con una sonrisa: los tres llevan poco tiempo trabajando y no consiguen reprimir el entusiasmo. Rosa, que tiene una niña de 18 meses y espera otro hijo, sufre un 45 por ciento de discapacidad auditiva y confía en que dentro de un mes y medio, cuando termine su periodo de prueba, la hagan indefinida.Una situación que ni se imaginaba cuando perdió su trabajo vendiendo billetes de la malograda Spanair. Carlos, con una discapacidad visual del 85 por ciento en un ojo y ciego del otro, valora especialmente «la oportunidad de aprender» y de incorporarse al mercado de trabajo que le ha brindado la ONCE, y agradece a sus jefes el que a día de hoy se sienta «como uno más». María José confesó que desde que en junio pasado le salió lo del laboratorio, su vida «ha dado un cambio radical: más ilusión, más tranquilidad, estabilidad... Y encima la empresa se porta muy bien con los discapacitados».
