Las violaciones y otros abusos sexuales contra las mujeres aumentan en Kenia desde que estalló la ola de violencia tras las elecciones del pasado diciembre. De hecho, "son utilizadas como arma de guerra, para intimidar y amenazar", según denunció la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, que difundió ayer un informe que indica que en el periodo comprendido entre las elecciones del 27 de diciembre y el 20 de enero, hubo 152 casos de violación. Además, aseguró que hay un total de 290.000 desplazados internos en Kenia y alertó sobre la dificultad de distribuir la ayuda humanitaria por la violencia que arrasa el país desde hace un mes.
En este sentido, el último que ha clamado por el cese de la violencia ha sido el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, que quiso echar un cable a su antecesor en el cargo, Kofi Annan. Así, instó a que se pusiera fin a la violencia, a la vez que afirmó que en manos de los líderes políticos está la responsabilidad de resolver la crisis. "La violencia tiene que cesar, porque es intolerable e inaceptable en el siglo XXI", afirmó Ban, un día después de llegar para apoyar los esfuerzos de diálogo. "Los líderes políticos tienen la responsabilidad de resolver esta situación", agregó.
El secretario general de la ONU llegó a Nairobi procedente de Adis Abeba, donde se celebra hasta hoy la cumbre africana. Su visita tiene como finalidad promover la mediación entre el Gobierno y la oposición de Kenia que encabeza el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, para poner fin a la peor crisis que atraviesa el país en toda su historia.
La crisis estalló a raíz de las elecciones del diciembre. El presidente Mwi Kibaki, en el poder desde 2002, fue reelegido en esa votación, pero la oposición asegura que hubo "fraude".
Precisamente, Kibaki responsabilizó ayer a la oposición por la ola de violencia. "Aunque el resultado de las elecciones reflejó el deseo de la mayoría de los kenianos, los líderes de la oposición instigaron una campaña de descontento civil que resultó en más de 800 muertos", afirmó.