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"La ONU es cualquier cosa menos una reunión de Naciones Unidas"

Amalia Gómez, presidenta de Cruz Roja en Sevilla, ayuda aquí y allá

el 16 dic 2011 / 21:39 h.

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Amalia Gómez tiene su despacho abierto de par en par en la sede de la Cruz Roja en Sevilla.

"Lo que hago aquí es tirar de la máquina, organizar todo este entramado de un modo que sea más activo", afirma Amalia Gómez (1943), presidenta de Cruz Roja en Sevilla. También presenta campañas y busca ayuda debajo de las piedras. Doctora en Historia de América, secretaria general de Asuntos Sociales (1996-2000) en el gobierno del PP y jubilada como docente del Instituto Velázquez. Ahora domina -es un decir- un despacho que preside una gran bandera de la organización que fundara Henry Dunant en 1863. Lo suyo es cualquier cosa menos un retiro plácido. Encima, por el camino le ha dado tiempo a hablar a la perfección el portugués y el griego moderno.

-En un contexto de crisis como el que nos golpea, ¿sigue siendo igual de favorable la campaña de Navidad en una ONG?

-La Navidad no tendría que ser una coartada, sino una razón. Cuando las personas se reúnen para compartir todos somos más propicios a recordar a quienes precisan ayuda. Es un buen periodo para potenciar actuaciones solidarias. Pero no sólo, claro. Durante todo el año hay que mantener el compromiso. No hay que olvidar que la solidaridad es una expresión de los derechos humanos.

-Y mientras ustedes, coloquialmente, se baten el cobre, ¿qué piensa cuando ve cómo unos países y otros se dan la espalda en las Naciones Unidas?

-Es descorazonador. Las Naciones Unidas no pueden ser sólo una institución que sirva para reflexionar y tomar decisiones contradictorias. Hoy día, la ONU son cualquier cosa menos una reunión de ‘naciones unidas' porque hacen prevalecer los derechos de los países desarrollados sobre los menos desarrollados. No buscan soluciones globales, sino parches. Tengo claro que el destino del mundo no puede estar sólo en mano de los políticos. Hay que trabajar, a pie de calle también, por una sociedad libre, justa, educada y comprometida. Por eso vengo yo aquí todos los días.

-Habiendo tenido responsabilidades políticas en un gobierno, ¿le resulta complicado abstraerse y ceñirse a la independencia que exige Cruz Roja?

-Yo vine aquí después de jubilarme como profesora. También he tenido otras tareas, cierto. Pero la vida te ofrece caminos nuevos constantemente y yo celebro que la neutralidad y la imparcialidad sean dos de los principios de esta institución. Para nosotros sólo existen seres humanos que precisan nuestra ayuda. Punto.

-Usted afirma que la educación es el concepto clave a la hora de hablar de progreso...

-El mundo no puede girar únicamente en base a los avances técnicos y los mercados. Hay que trabajar por la educación, es lo único que nos libera e iguala. A las personas educadas no se les conoce ni se les pregunta por su procedencia, sino por sus logros. En España hace falta un pacto de estado que acabe con esa mala práctica de utilizar la educación como un arma arrojadiza; los políticos no son los dueños del futuro de los niños que están aprendiendo.

-¿La Cruz Roja lo tiene todo hecho en cuanto a la imagen pública que ofrece?

-Nuestra mejor campaña de publicidad son nuestros hechos. Sin salirnos de Sevilla tenemos un equipo que ayuda a los sin techo cada madrugada, ofrecemos apoyo médico, psicológico y jurídico. Mantenemos un servicio de empleo, un centro de atención a los toxicómanos y otro a mujeres maltratadas. Contamos con traductores que apoyan a los inmigrantes que no conocen nuestro idioma. Todo esto es nuestro mejor aval. Todo esto y los tres pilares de la Cruz Roja: socios, voluntarios y técnicos.

-¿Qué les diría a quienes enarbolan eso de "primero los míos y luego los demás"?
-Que están en un profundo error. No hay que hablar de ‘lo mío y lo no mío'. Todos somos nuestros. Las ayudas que unos y otros precisan son distintas. Hay que conseguir hacer calar la idea de que se puede actuar en dos sitios a la vez marcando fases y prioridades.


-¿Intermón, Caritas, Médicos del Mundo... son competencia?

-La competitividad es antagónica con el espíritu solidario. Todas las ONG's tenemos una voluntad común de ayudar y lo que hacemos es buscar sinergias. El ejemplo más reciente es la crisis alimentaria en el cuerno de África. Unas instituciones se ocupan de la atención médica, otras potabilizan el agua en zonas rurales, otras llevan alimentos, etc.


-¿Y qué opina de quienes deciden ayudar a otras especies o a la naturaleza en su globalidad y prestan tiempo y dinero a Greenpeace o al refugio de animales abandonados de su ciudad?

-Soy una persona cristiana. Y toda la obra de Dios, que es el mundo y sus criaturas, me merece un inmenso respeto. La defensa de los animales da la dimensión del progreso moral de una sociedad. Y no creo que se pueda querer al hombre sin valorar el entorno en el que ha sido creado. Insisto con la educación, hace falta inculcar unos valores de respeto que permitan a las nuevas generaciones proteger la naturaleza.

-A la hora de comunicar las campañas, de hacer visible las necesidades, ¿cualquier estrategia es válida?

-En absoluto. La estrategia no puede ser nunca un fin en sí misma. Buscamos actividades pragmáticas que, entre otras cosas, sigan permitiéndome sentirme tan libre como hasta ahora. Además, en Cruz Roja se trabaja en equipo y este es maravilloso.

-Hay quienes piensan que la parte más difícil se la llevan los voluntarios que intentan captar socios en el centro de la ciudad...
-Tienen un mérito grandísimo. Ellos saben que lo que hacen sirve para seguir dando continuidad al proyecto, están alimentando el pulmón de Cruz Roja.

-¿Qué nota sacarían los sevillanos en solidaridad?

-Una muy alta. El sevillano es muy solidario y eso no es ningún tópico. En estos años de crisis la venta de la Lotería del Oro no ha descendido y son poquísimos los socios que se han visto obligados a bajar su cuota mensual.


-Si el PP ganara las próximas elecciones andaluzas y Javier Arenas la llamara... ¿ya tiene pensada la respuesta?
-Cada tiempo tiene un reto, el mío en la política ya pasó, ahora mi reto se llama Cruz Roja. Además, quiero seguir escribiendo libros, perderle el miedo al avión, viajar y seguir trabajando por un mundo mejor.


-¿Le satisface caer igual de bien a los afines a su partido y a los del bando contrario?
-Tengo la conciencia tranquila. El tiempo que estuve en política luché con honradez por el bien el común y, siempre que pude, evité la confrontación.

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