Una intención clara me lleva a escribir este artículo en este Medio, y ésta no es otra que la de plasmar mi opinión, desde el compromiso con mi Partido y desde la coherencia personal, acerca del título que encabeza estas líneas. Sirva, pues, mi reflexión en voz alta, fruto de mi experiencia en la Comisión Ejecutiva saliente del PSOE de Sevilla, como una aportación a este debate abierto, con valentía, por nuestro Presidente Provincial y Alcalde de nuestra ciudad. No es ni más ni menos, por tanto, que un intento de nombrar sin acritud pero con claridad lo que muchas y muchos afiliados pensamos, ahondando en nuestras propias contradicciones.
Una intensa luz roja se ha encendido como alarma, fruto del devenir de nuestra Organización Provincial en estos cuatro años; un testigo que nos alerta de la transgresión profunda de numerosas reglas de juego internas, garantes de algo tan sustancial como es la participación democrática de toda la militancia.
La llegada de J. L. Rodríguez Zapatero a la Secretaría General del PSOE, supuso una gran bocanada de aire fresco para un Partido que, tras más de 130 años de historia a sus espaldas, se encontraba necesitado de un fuerte revulsivo para sustituir, progresivamente, viejos hábitos y costumbres, útiles en un pasado, pero que lastraban su necesario salto al nuevo siglo XXI. Un impulso decidido, acompañado por una nueva manera de ver y entender la realidad, y de ejercer la política; con propuestas claras de regeneración del microcosmos socialista y de la vida en su interior. Supuso, además de un revulsivo, todo un reto que al día de hoy aún nos queda por conquistar.
Y precisamente, con esta conquista como horizonte a medio y largo plazo, los componentes de esta gran Organización hemos de ser capaces de recuperar y diseñar, un Partido que se articule en torno a la transformación de las situaciones de injusticia y falta de equidad. Un Partido comprometido con la tarea, aportando modelos de vida alternativos frente al individualismo, la depredación de nuestro entorno y la vacuidad social que nos acecha; que haga de la participación y del trabajo en conjunto su seña de identidad; un lugar en el que se valore y puntúe el compromiso con el ideario y el trabajo bien hecho.
Un Partido que cuide especialmente la entrada de nuevos afiliados, con un tiempo razonable de formación en el ideario, escalonando convenientemente su tiempo de participación plena. No se trata sólo de tener un carnet con nuestras siglas; se trata de sustituir la mera inscripción por el sentimiento de pertenencia, y esto, compañeros y compañeras, requiere tiempo, ganas y esfuerzo de los más veteranos y de una adecuada organización. Una Organización con unas reglas de juego claras, iguales para todo el mundo y con mecanismos de control interno objetivos donde no quepa la arbitrariedad, en la que los canales de información para todos sean de ida y vuelta, abiertos, desterrando el rumor como moneda de cambio. Una formación como lugar de aprendizaje, de crecimiento personal y colectivo.
Pero, para alcanzar esta perfilada fisonomía, se requiere de una Ejecutiva comprometida, capaz y formada, elegida por su aptitud para liderar, con capacidad de escucha. Una Dirección garante de las reglas de juego, vigilante, como un medio y no un fin en sí misma. Con unas Agrupaciones Locales atentas al sentir de sus vecinos. Animo, pues, a reflexionar sobre nosotros mismos, a tener un auténtico debate sobre el fondo y la estructura, sobre el estilo de ejercer la dirección y también sobre las personas.
Termino afirmando que sí, "que otro Partido es posible" en la provincia de Sevilla, y que muchos y muchas creemos y estamos dispuestos a seguir trabajando para hacerlo realidad.
Rector de la Universidad Internacional de Andalucía.
