Hace justo una semana, el ex presidente andaluz citó en un conocido restaurante sevillano al portavoz de su Gobierno para comunicarle que había decidido marcharse a Madrid. Allí se encontraron con Javier Arenas, que celebraba un cumpleaños con su familia. El líder del PP andaluz estaba muy cerca de la noticia pero completamente ajeno a lo que se estaba cociendo. Tanto que el relevo de Chaves le pilló de vacaciones. Se abre una nueva etapa en Andalucía y tendrá sus efectos no sólo para el Gobierno, también para la oposición. Partido Popular e Izquierda Unida tienen que renovar sus discursos y buscar los nuevos puntos débiles de su adversario para erosionar al futuro presidente, José Antonio Griñán.
Ya hay algunos ensayos. En esta legislatura, el vicepresidente económico se había convertido en el miembro del Gobierno más requerido por la oposición en el Parlamento. La crisis, la financiación autonómica o la deuda histórica han marcado el debate. Pero ahora Griñán tendrá enfrentarse cada dos semanas a Javier Arenas y Diego Valderas y muchos de los argumentos contra Chaves están ahora caducos.
"Está agotado", "Andalucía le aburre", "su gran fracaso personal es el paro", "es usted un político vinculado al despilfarro", son descalificaciones que Arenas lanzaba a Chaves y que ahora deberá renovar. Griñán, de quien el líder del PP ha dicho públicamente que es uno de los consejeros que le merecían más respeto, se incorporó a la Junta en 2004 y no es una figura vinculada a lo que el principal partido de la oposición llama "el régimen", una especie de red clientelar que el PP asegura que el PSOE ha tejido con las principales organizaciones económicas y sociales para sustentarse en el poder.
Ya le han buscado otros puntos débiles. El principal: su edad. Según el PP Griñán, con 62 años y de la misma generación política que Chaves, no supone ninguna renovación sino el continuismo puro y duro. Lo malo es que Arenas, que se ha presentado sin éxito a tres elecciones en Andalucía, es para los andaluces un rostro mucho más amortizado que el del dirigente socialista, por más que sea una década más joven. Los populares ya han puesto en marcha su artillería. El PSOE "sigue aferrado al pasado" y Chaves "pasa el testigo al siguiente diputado de mayor edad", dijo ayer el vicesecretario regional del PP-A, Ricardo Tarno.
Por ahora esa es la línea. Arenas lo ha denostado como un presidente continuista e interino, no elegido por las urnas. Será el primer gran frente para tratar de erosionar a Griñán.Los populares exigen elecciones anticipadas y darán ruido, defendiendo esa propuesta en el pleno. Los socialistas avisan de que ni el Estatuto ni la Constitución obliga a convocar comicios y apuntan a los casos idénticos de Camps en Valencia -que sustituyó a Zaplana- o Herrera en Castilla y León -que relevó a Lucas-. El PP explotará que Griñán es un presidente elegido "a dedo".
Desde Izquierda Unida también tendrán que reorganizar el discurso. Por ahora sus críticas a la operación de la sucesión son idénticas a las del PP. Reprochan que Griñán tenga un perfil "continuista" y se muestran seguros de que será un "presidente de transición" hasta la celebración de elecciones anticipadas. IU además ha sido muy crítica con el modelo económico del PSOE andaluz, al que señalan como origen de la crisis. Quien asumirá la presidencia de la Junta será el responsable de esa gestión económica que la federación de izquierdas desprecia. Pero ante un bipartidismo creciente, Valderas tendrá que buscar su propio discurso si quiere sacar cabeza y que sus argumentos no queden solapados por los del Partido Popular.
