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La otra verdad silenciada

En lo que va de año, me han alarmado varias noticias, que han pasado sin pena ni gloria, por no haber transcendido o haber merecido un breve comentario en la prensa local.

el 14 sep 2009 / 23:34 h.

En lo que va de año, me han alarmado varias noticias, que han pasado sin pena ni gloria, por no haber transcendido o haber merecido un breve comentario en la prensa local. En primer lugar destacar que las seis mujeres víctimas de violencia machista, lo han sido por extranjeros, lo que lejos de ser una referencia xenófoba y racista, viene a confirmar el criterio de que la educación en el valor de la igualdad aún no ha alcanzado a los inmigrantes de otras culturas, sin perjuicio de que esa macabra realidad se utilice para arremeter contra el resto de la población masculina a la que los ultra ortodoxos del falso progreso no tienen, eso sí, ningún rubor en discriminar por el hecho de ser sospechosos, dada su condición de padres, compañeros, maridos, exmaridos o novios.

Luego también casi se ha ignorado, como tantos otros, el caso del padre guardia civil, que se suicidó en Ayamonte cuando fue a ser detenido tras ser denunciado por su esposa con quien había mantenido una discusión. Sin conocer el alcance de la supuesta agresión, lo cierto es que cualquier persona normal se percata de la tragedia que ha provocado un incidente que, aunque injustificable, ha terminado literalmente con una vida y una familia. Y de esos, cientos. En Sanlúcar de Barrameda, una señora asesina a puñaladas a su marido y por supuesto no se trata de un acto de violencia de género pues él era un hombre. Por último la semana pasada, en Sevilla, una chica le raja el vientre a su novio en plena calle, dejándole las tripas al aire. A lo peor si sobrevive le acusen a él de maltrato pues, antes, ella dice que le había insultado. En fin, un despropósito, una aberración que genera una nueva y preocupante desigualdad, que es el germen de la violencia, porque ya se sabe que el que siembra vientos recoge tempestades, lo que, probablemente le importe un pimiento a quienes tienen la exclusiva de aprovecharse de esa triste cosecha humana.

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