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La papeleta del desencanto

Las altas tasas de paro de los pueblos andaluces y los pocos visos de mejora desmotivan y alejan a los ciudadanos de la política.

el 16 mar 2012 / 16:04 h.

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Aunque ya es mediodía, los bares están aún vacíos. En el pueblo sevillano de Burguillos, como en otros tantos andaluces, más allá de lugares de ocio se convierten en puntos de encuentro para buscar trabajo. Sobre todo en el campo. Pero este año las heladas y la sequía se han aliado para debilitar la segunda pata sobre la que se sustenta la economía local. El ladrillo, que en su tiempo fuera la primera, es un recuerdo ya lejano.

Burguillos, con sus casi 6.300 habitantes, es uno de los municipios sevillanos que ha resultado más castigado por la lacra del paro -de la que no ha escapado ninguna de las poblaciones de la provincia- en la última legislatura. Los 288 desempleados que contabilizaba allá por febrero de 2008 se han casi triplicado hasta los 801 cuatro años después, un incremento del 178,13%.

Detenta, así, la segunda posición en el ranking de los más maltratados por el desempleo, solo precedido por Lantejuela, que prácticamente ha cuadruplicado el número de personas sin ocupación desde 138 a 527 en los últimos cuatro ejercicios, según arrojan los registros de los Servicios Públicos de Empleo.

Al castigo del paro, que en Andalucía somete a 1.044.606 personas -las inscritas en las oficinas de empleo del SAE de la comunidad-, en Burguillos se suma, al igual que en otros tantos municipios, el desencanto por la política. Habituada a ocupar titulares por la gestión de sus representantes municipales, sus ciudadanos afrontan la próxima cita electoral sin gran confianza en que, independientemente de que se mantenga una línea continuista o se produzca el cambio en la Junta, el panorama y las expectativas laborales varíen a mejor. No en el corto plazo.

Un tímido "esperemos" acompañado de un suspiro es la respuesta que dan a un eventual cambio de gobierno los más jóvenes del municipio. Un suspiro más hondo y un "creo que todo lo contrario" contestan voces de generaciones anteriores.

"Hay quien quiere cambio y quienes no lo queremos. Yo creo que es peor para el empleo que salga la derecha porque lo empeoran con los recortes. Ya lo estamos viendo... pero vamos, que hay de todo, no está claro ni una cosa ni la otra, lo único que sí lo está es que España va hacia la derecha". Desde hace dos décadas Elisa regenta un estanco y administración de loterías por el que no cesa el goteo de clientes. "Cuanto menos dinero hay, más se espera que salga. Eso ha sido siempre así", apostilla un señor boleto en mano que espera la cola. Y es que la crisis y el paro con lo único con lo que no han podido es con el deseo de encomendarse a la suerte.

Los más jóvenes solo piden que el resultado de las elecciones traiga consigo un empleo para ellos. Quienes abandonaron pronto la escuela para subirse a la burbuja de la construcción -y son muchos en la localidad- están pagando ahora la mayor factura. Ignacio Prada tiene 26 años y lleva en paro desde octubre tras repartirse entre el tajo y el campo. Se independizó a los 20 porque pudo hacerlo con el buen sueldo que ganaba y ahora va de almacén en almacén buscando trabajo para no agotar la prestación por desempleo que le permite seguir haciendo frente a su hipoteca. "Quien salga tiene que dar puestos de trabajo a los jóvenes" y propone que, en lugar de a los 65 años, se adelante la jubilación a los 60 para dejar sitio así a las nuevas generaciones. Todos sus amigos están parados.

Esperando a que le atiendan en el Ayuntamiento está Miguel Rivera. A sus 21 años, este vecino de Alcalá del Río espera una llamada para trabajar en el PER construyendo una nave. Confiesa que la política no le interesa pero que irá a votar el 25-M "lo que diga mi padre, como siempre he hecho". Tampoco confía demasiado en que el panorama cambie Francisco José, otro joven de 26 años, "más de dos años en paro y a lo que salga".
El empleo se ha convertido en la espada que enarbolan los partidos políticos, aunque con poco éxito. Si algo ha quedado claro con las reformas estatales emprendidas, es que la generación de puestos de trabajo bien poco depende de la acción directa de los gobernantes, que sí tienen la responsabilidad de plantar las semillas que germinen en empleo. Pero con una Andalucía líder nacional en tasa de paro, que ya supera el 31% de la población activa, y pocos visos de brotes verdes, la desconfianza se ha instalado entre la ciudadanía y parece complicada de desterrar.

El alcalde de Burguillos asume la impotencia que sienten los ayuntamientos al ver que su margen de actuación es limitado y que son numerosos los vecinos que llaman a sus puertas en demanda de un trabajo. "El campo no da las peonadas que daba años atrás y la construcción no levanta cabeza. Nuestra única alternativa es tratar de revitalizar los polígonos industriales" para que sirvan de foco de atracción de empresas. Pero con la situación de sequía de las arcas municipales -que "no dan ni para pagar" a los trabajadores municipales-, dotarlos de infraestructuras como suministro eléctrico y otras necesidades se ha vuelto una ardua tarea, explica Domingo Delgado.

Por lo menos hay un consuelo. El pueblo ha recuperado, tras cuatro años bloqueado por las deudas, el PER, lo que garantiza un flujo de empleo desde octubre hasta mayo, cuenta el regidor, que apunta a otro acuerdo con la Mancomunidad para colocar a algunos de sus vecinos.

Los consistorios se han visto desbordados, además, por la demanda de ayuda de las familias sin ingresos que recurren a ellos "como última esperanza". 165 participaron en el último reparto de comida de Cáritas, las hermandades y el Banco de Alimentos.

Beatriz se siente una afortunada. Tiene 21 años y lleva uno trabajando en un comercio en el que entró para cubrir una baja. No se queja por estar a media jornada porque, aunque esté trabajando, el paro le toca de cerca. Su padre y su hermano se vieron en la calle hace tres años cuando el ayuntamiento, acuciado por las deudas, dejó en el paro a muchos de sus trabajadores. Admite que la situación no variará mucho este año porque todo cambio conlleva un tiempo para desembarcar y asentarse, y aunque confía en que el nuevo Gobierno sea capaz de reconducirla, lanza una reflexión al aire: "se dice que todo el que entra, entra por lo mismo ¿no?" Se limita a pedir que quien salga apoye al empresario, que es el que contrata, pero que necesita del respaldo público.

La sensación de que "todo está parado" y que "nada se mueve", así como el temor a nuevos recortes por la situación de la economía, son sentimientos que se contraponen entre los ciudadanos y que bien resume Francisco Mañero detrás de la barra del bar de su abuelo, Nieto Paquirri, que regenta y por el que dejó el tajo en la construcción. "A raíz de todas las políticas que está aplicando el Gobierno central, el personal está escamado, pero creo que el PP tiene todas las papeletas". Mientras tanto, los bares siguen vacíos.

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