Un año de espera y las mismas emociones contenidas. Los alcalareños vivieron su día grande, el dedicado a la patrona, la Virgen del Águila. Como marca la tradición, el 15 de agosto miles de vecinos y muchos visitantes de los pueblos cercanos acompañaron a la imagen en su recorrido por las calles de la ciudad. Pero, como cada año es distinto, esta vez tuvo un amigo de excepción: el cardenal emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, que acudió a Alcalá para inaugurar una calle con su nombre.
El cardenal llegó temprano. Con motivo del X Aniversario de su Coronación Canónica, monseñor Amigo Vallejo presidió la función principal. La misa no se ofició en la ermita siguiendo la tradición. Tanta es la devoción acumulada durante años hacia la patrona que se tiene que habilitar la explanada del Águila, junto al castillo, para congregar a unos 2.500 madrugadores.
Tras la ceremonia, llegaba la novedad más importante de este año: el Ayuntamiento, a petición de la hermandad de la Virgen del Águila, dedicó una calle del municipio a fray Carlos Amigo Vallejo. El acto se celebró junto a la nueva iglesia del Campo de las Beatas. El alcalde, Antonio Gutiérrez Limones (PSOE), se refirió al cardenal como "una gran persona que siempre se ha interesado por la ciudad, ha estado presente en sus cambios más importantes y representa un legado en enseñanza y humanidad". Sin ir más lejos, Amigo Vallejo estuvo en la coronación de la Virgen en 2003 y la procesión de la imagen en 2006.
El cardenal manifestó que aunque él no puede rotular una calle con el de nombre Alcalá, sí aseguró que "en su corazón hay una avenida de afecto dedicada a los alcalareños". En la celebración también recibió el nombramiento de hermano mayor honorario de la hermandad de la Virgen del Águila. Así reconocen su labor con la ciudad.
El momento cumbre de la jornada, cuando le tocaba salir a la patrona, llegó a las nueve de la tarde. Pero desde unas horas antes las puertas del templo ya se habían abierto. En el centro, la imagen de Nuestra Señora del Águila aparecía ante la visita de los primeros devotos. Lágrimas de emoción, recuerdos y alegría cubrieron los rostros.
Una hora antes, los alcalareños se habían concentrado en la explanada del castillo, desde donde partió. La devoción se hizo patente cuando la imagen cruzó el arco ojival de salida del templo, donde no pararon de aplaudir. Las calles, engalanadas con banderolas azules y luces vieron pasar a la comitiva. Destacó el exorno floral de la Virgen, compuesto de nardos y jazmines, unas flores cultivadas durante el año por las alcalareñas, que hoy ya cuentan los días para el próximo 15 de agosto.
