Mosquitos, mosquitos y más mosquitos. Éste es el pan de cada día para las personas que residen en la pedanía de Pinzón (Utrera), quienes, a pesar de estar acostumbradas a la presencia de dichos insectos cada verano, reconocen que la situación de este año es "alarmante" y "peor que nunca".
Con la puesta de sol, las calles del poblado comienzan a vaciarse, casi convirtiendo a Pinzón en una ciudad fantasma ante la ingente presencia de los mosquitos que, en densas nubes negras, invaden la pedanía y sus alrededores. Incluso desde antes de llegar al lugar, accediendo por la carretera, una densa cortina de estos insectos, que caen como la lluvia, complica la visión del conductor.
En la plaza del pueblo, María Dolores disfruta con su hijo y otros niños que abarrotan los juegos infantiles. "Sin embargo, cuando empieza a refrescar, que es cuando podemos salir a la calle, tenemos que encerrarnos en las casas, porque los mosquitos nos comen vivos, sobre todo a los niños", comenta señalando las picaduras que presenta uno de los menores en piernas y brazos.
Muchos de ellos, y a pesar del intenso calor que estos días registran los termómetros, tienen que optar por llevar mangas y pantalones largos para evitar que les piquen. Y todo ello, acompañado de grandes cantidades de insecticida que están "todo el día echando en la casa".
Pero si hay algo que está de moda son, sin duda, las mosquiteras. Paqui, que lleva 23 años viviendo en Pinzón, reconoce que nunca le habían hecho falta, pero ahora las tiene "porque esto es insoportable". Y es que, realmente, "nadie se imagina la densidad de mosquitos que hay hasta que no vive aquí", como apunta un grupo de mujeres que, en la terraza de verano de un bar, apuran sus refrescos y cervezas, antes de "tener que salir corriendo" a sus domicilios, unas viviendas cuyas fachadas blancas se tiñen de negro por la desproporcionada cantidad de insectos que las llenan.
Mosquitos, mosquitos y más mosquitos que hacen de la vida en la pedanía una "condena" para sus vecinos, a los que ya casi no les cabe más resignación que seguir aguantando. "Muchos no tenemos otro lugar donde poder irnos, que si pudiéramos...".
Los ciudadanos de Pinzón entienden que "haya que respetar el medio ambiente" y que por eso estén ahora prohibidos por la UE determinados insecticidas en los arrozales que rodean estos poblados -de ahí la mayor incidencia este año del problema- pero recuerdan que las personas también tienen "derecho a vivir". Esta pedanía está enclavada en una tierra de marismas y arrozales. Y también es lugar de remolacha y tomate, por lo que, a las molestias de aquellos insectos, habrá que sumar próximamente la insoportable presencia de moscas, que llenan también el casco urbano en verano.
Desde que el pasado viernes fumigaran el entorno, "parece que ha bajado la cantidad de mosquitos, pero es algo mínimo", según comenta Antonio. Sólo cuando bajan algo las temperaturas y corre airecillo, se reduce su presencia. "Pero hemos llegado a coger cubos de mosquitos al día siguiente por la mañana".
El delegado del Ayuntamiento de Utrera en Pinzón, José Ramón del Valle, lleva desde el pasado lunes intentando contactar con la Junta de Andalucía para que se convoque una nueva reunión: "Pero ni me cogen el teléfono ni me hacen caso". Mientras, desde la Delegación Provincial de Agricultura y Pesca prevén nuevas fumigaciones en un poblado donde varios niños y mayores han acabado en el médico por los mosquitos y sus picadura, según cuenta. Éste es el día a día de unos vecinos que, más que vivir, intentan sobrevivir al pulso con la naturaleza.