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La pegada del Sevilla solventa el partido ante la Real Sociedad

el 08 ene 2011 / 21:03 h.

El sevillista Kanouté (2d) celebra su segundo gol, tercero de su equipo, junto a Negredo (2i), Navas (3d) y Fabiano (d), en presencia del defensa de la Real Sociedad Mikel González.

El Sevilla logró ayer una victoria en Anoeta que confirma su reacción en el año 2011. Logra de esta forma su cuarto triunfo consecutivo entre la Copa del Rey y la Liga y se acerca además a los puestos europeos. Se impuso a la Real Sociedad con dos argumentos poderosos, dos más uno en realidad: Kanouté y Luis Fabiano, y Negredo. El primero realizó un partido enorme, enorme como su talla futbolística y enorme como su historia en el Sevilla, la pasada, la reciente y la futura, porque tiene cuerda para rato. Marcó dos goles Kanouté, pero hizo jugar a todo el equipo e incluso, como centrocampista, lo dotó de una calma que necesitaba cuando más sufría. El segundo, Luis Fabiano, también marcó, pero se ofreció y posibilitó con su participación la reacción del Sevilla en ambas partes. El tercer argumento de ayer fue Álvaro Negredo. Acertó esta vez Manzano en los cambios y sacó al madrileño para que volteara el marcador con dos asistencias en dos minutos. Con la intervención decisiva de estos tres futbolistas pudo el conjunto hispalense sobreponerse al enorme lastre que a día de hoy es su defensa. Dos fallos defensivos en la primera parte forzaron un esfuerzo supremo cuando el conjunto de Manzano fue superior en juego desde el inicio del choque.

Evidentemente, no es gratuito que el Sevilla haya marcado en sus últimos cuatro partidos 12 goles, a razón de tres goles por cada uno de media. Pero tampoco lo es que en la Liga haya encajado 29, cuatro más de los que ha marcado. Con sus estiletes recuperados, sólo hace falta un poco de sobriedad para retomar la senda segura y del buen juego. De lo contrario, esa senda seguirá llena de trampas. Ayer las pusieron Cáceres, Escudé, Alexis... hasta Palop. Y no siempre podrán liberar al equipo de ellas Kanouté, Fabiano y Negredo.

A pesar de todo, el Sevilla de Anoeta apareció algo mejorado con respecto al de 2010. Durante algunos momentos combinó la pelota y jugó con criterio. Por la sencilla razón de que tenía en el campo mejores jugadores. Una vez asociados Kanouté, Luis Fabiano, Navas y Perotti, entre otros, todo mejora, es de perogrullo. La pelota llegaba a las bandas, incluso a la frontal, sobre todo por la intermediación de Kanouté, pero una vez allí las luces se apagaban. Esa es la explicación de que cuando la Real Sociedad, en su primer acercamiento peligroso, marcara tras una indecisión defensiva el marcador sevillista estuviera a cero aún. Afortunadamente el malí se encargó de arreglar el entuerto (25’) tras una dejada de Luis Fabiano (1-1).

Gol de circo. Tras el empate, el Sevilla pareció entonarse y asumió el control del partido. Los donostiarras esperaron entonces para salir a al contra y así gozaron de algunas ocasiones. Y así se volvieron a poner por delante en una jugada de disparate en la que quedaron retratados, uno por uno, Fernando Navarro, perdiendo el balón de forma absurda, Escudé, muy blando perdiendo la posición ante Llorente tras un pelotazo en largo, Alexis, observando el lance como si con él no fuera la cosa, y Palop, algo lento en recuperar la posición y mal colocado. Un doloroso 2-1 mandaba a la caseta a los sevillistas que, en el global, habían sido mejores, pero cuyos fallos infantiles lo condenaban.

Los primeros minutos de la segunda mitad –con Varas en el campo por la lesión de Palop– fueron más de desconcierto que de reacción, que en este caso llegó desde el banquillo. Gregorio Manzano movió sacó a Negredo por Renato para que Kanouté retrasara su posición. En apenas un minuto, por obra y gracia del madrileño, Luis Fabiano había empatado en boca de gol (63’) y Kanouté había batido a Bravo con un tiro colocado con maestría (64’). El Sevilla le había dado la vuelta al partido y lo tenía todo para matarlo. Pero aún así sufrió. Sufrió porque Romaric no supo mantener la pelota y porque el equipo perdió el sitio. Por fortuna, surgió entonces un Javi Varas muy seguro y un Kanouté calmado para, junto a Cigarini, frenar el impulso local en los últimos diez minutos.

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