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La pena del ganador

El semblante serio de Javier Arenas, triunfador en las urnas, chirriaba con el ambiente festivo del primer día de Cámara.

el 19 abr 2012 / 20:39 h.

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El diputado del PP andaluz, Javier Arenas, cruza ayer el hemiciclo en el primer día de la novena legislatura del Parlamento.
La constitución del Parlamento se parece mucho al primer día de cole. Caras nuevas, reencuentros, buenos propósitos, ilusión. Los diputados revolotean nerviosos, los novatos se estrenan emocionados y entre el aplauso de sus familiares, los veteranos aparentan estar más sosegados, pero a todos se les ve contentos. En medio de tanta alegría política chocaba más aún el semblante serio, incluso triste, del que por primera vez ha ganado las elecciones en Andalucía. Javier Arenas, que siempre tiene una sonrisa y al que le encanta charlar, intentó evitar los focos -salió apresurado del hemiciclo para su despacho- porque no estaba para celebraciones. El runrún de los pasillos de la Cámara lo acaparaba el pacto de PSOE e IU, un acuerdo que mantendrá al PP otros cuatro años en la oposición. El entorno más próximo del líder popular admitía que ha pasado "días duros" pero que el fiasco de las autonómicas "ya está superado". Sus diputados parecían mucho más animados que él. "Ahora, a trabajar", repetían al unísono.

La pena de Arenas nada tenía que ver con la euforia de Diego Valderas, el verdadero ganador de las elecciones. IU tiene la llave del Gobierno y eso te hace muy popular. Todos querían abrazarlo, alguno se fotografió con él, aunque no podía salir muy favorecido. Una aparatosa venda cubría su mano por un accidente doméstico, aunque sarna con gusto no pica: se hizo una herida en el dedo cortando jamón. El futuro socio de Valderas, el presidente de la Junta, también estaba feliz, pero mostraba una emoción contenida, cauta. El acuerdo de gobierno "va bien", aseguran fuentes de la negociación, pero, como diría el propio José Antonio Griñán, aún no se puede cruzar ese puente. Sus colaboradores lo veían nervioso, no paró de hablar con sus diputados durante las lentas -a veces interminables- votaciones de rigor.

De los 109 diputados solo hubo uno que no acudió a la solemne jornada. Paradójicamente, faltó la anterior presidenta del Parlamento, Fuensanta Coves. La versión oficial es que estaba mala con gastroenteritis. El resto se vistió de gala. Ellas optaron por los tacones altos y elegantes vestidos y ellos se decantaron por el clásico traje de chaqueta con corbata. Como es de costumbre, un complemento destacó por encima de todos y fue el pañuelo palestino del diputado de IU Juan Manuel Sánchez Gordillo. La vestimenta del alcalde de Marinaleda, fuera de lugar, es ya un clásico. Él dio la nota, no solo en su atuendo, sino en las declaraciones que hizo después del pleno, desmarcándose del guión de su formación. Para eso es el verso suelto de IU.

Aunque sus señorías iban impecables, la tecnología del Parlamento les jugó una mala pasada. Una cámara con lente de ojo de pez instalada en el estrado del hemiciclo para sacar en primer plano a los diputados jurando o prometiendo el cargo distorsionaba sus figuras. Vamos, que parecían mucho más gordos.

En la bancada de invitados no cabía un alfiler. Estaban los líderes de CCOO y UGT, Francisco Carbonero y Manuel Pastrana; el presidente de los empresarios, Santiago Herrero; el Defensor del Pueblo, José Chamizo; diputados del Congreso que hasta hace poco mandaban mucho en Andalucía, como Gaspar Zarrías, o exalcaldes como el de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, junto a su socio de IU en el Ayuntamiento, Antonio Rodrigo Torrijos. Visto ahora, aquel difícil pacto de Sevilla suena a premonición.

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